El plan de la Comisión Europea pasa por prohibir la comercialización de coches de combustión desde 2035 aunque Berlín y Roma muestran ciertas reticencias
Las dudas sobre qué hacer con el futuro del parqué automovilístico europeo sigue sobrevolando los pasillos de la Comisión Europea en Bruselas después de que en las últimas horas el Gobierno alemán de Olaf Scholz se haya decidido por aplazar la votación final en el Consejo para una decisión ya refrendada por el Parlamento Europeo el pasado 14 de febrero.
Es un asunto que en Berlín quiere seguir estudiando y tratarse «a su debido tiempo» ya que las presiones del sector por el veto a los coches de gasolina, diésel e híbridos hacen mella en la coalición socialdemócrata que está al frente de la locomotora europea.
Desde Berlín son claros, ponen en duda la viabilidad de los motores con combustibles sintéticos, aseguran que faltan «garantías» de lo que quiere hacer la Comisión con esto por lo que, por ahora, no van a dar su visto bueno.
De esta manera, los embajadores de los Veintisiete Estados miembro han decidido posponer la decisión por el objetivo de emisiones de los automóviles para mediados de la próxima década – 2035 – que se tenía previsto tomar el 7 de marzo.
La fecha de 2035 había generado una pequeña crisis política en el Gobierno de coalición de Berlín, donde las sensibilidades de ecologistas y liberales difieren.
Calendario cero emisiones
Los calendarios ahora se mueven, pero la realidad es que Alemania aceptó el horizonte de 2035 en un primer momento aunque, con el apoyo posterior de Italia, conseguió el compromiso de que la Comisión Europea prepararía en 2026 una propuesta para que se puedan matricular aún vehículos con motor de combustión a partir de 2035, siempre que utilicen combustibles sintéticos de cero emisiones contaminantes.
Desde el punto de vista técnico, la Comisión Europea no entra en el tipo de motor que deben tener los vehículos, pero el desarrollo actual de la tecnología sí que invita a vaticinar que la mayoría serán vehículos eléctricos o de hidrógeno.
Lo que ahora quiere Alemania es que Bruselas se comprometa de una manera más explícita sobre la viabilidad de los motores con combustibles sintéticos más allá de 2035.
De hecho, los contrapuntos de Alemania se han expresado en las últimas semanas en voz del ministro de Transportes, el liberal Volker Wissing, quien ademas pidió tener en cuenta las particularidades de las economías y, entre todo ello, el peso que tiene en la economía europea la industria del automóvil.
Bruselas mantiene el compromiso
«Examinamos las nuevas preocupaciones que han sido expresadas para ver cuál es el mejor modo de abordarlas«, han sido las palabras de la portavoz de la Comisión Europea, Dana Spinant, cuando se le ha preguntado de manera reiterada sobre este asunto.
La responsable de las comunicaciones del Ejecutivo comunitario con la prensa apunta al compromiso de Bruselas para que se pongan en marcha todas las normas que son acordadas entre los Veintisiete y la Eurocámara y ha recordado que esta legislación en concreto cuenta con una claúsula de revisión para evaluar el ritmo de consecución de los objetivos y posibles ajustes si hay avances tecnológicos que lo permitan.
Probablemente no sea más que un trámite que finalmente se cumplirá, porque está claro que la intención de hacer esta transición hacia la descarbonización total del continente se mantendrá. Pero también es cierto que las reticencias siguen poco a poco saliendo a la luz.