A nadie le pasa desapercibido que los precios han crecido muchísimo en los últimos meses. En el caso concreto de los alimentos, la subida ronda un 16% en comparación con el primer trimestre del año pasado. Aunque la inflación está detrás de este fenómeno, cada vez hay más especialistas que creen que también se debe a la “excusaflación”
En verano de 2021 comenzó a producirse un incremento de los precios asociados a la producción. Tras lo peor de la pandemia y meses en los que las fábricas estuvieron cerradas o con una producción muy baja, el precio de las materias primas se había disparado, y esto acabó por afectar al precio de los productos finales.
Durante 2022, la inflación creció de manera continuada a nivel mundial, contribuyendo a disparar todavía más unos precios que ya estaban altos. Tanto, que el Gobierno tuvo que adoptar medidas para paliar la subida del precio de los combustibles e implantó el descuento de 20 céntimos por litro. A final de año, ante la desmesurada subida del precio de los alimentos, se decidió rebajar el IVA de algunos productos básicos.
En el primer trimestre de 2023 la inflación está dando algunos síntomas de mejora a nivel nacional y Europeo, pero los consumidores siguen sin notar la bajada en la cesta de la compra. De hecho, los especialistas señalan que no será hasta mediados de 2024 cuando los precios empiecen a moderarse.
Lo complejo y duradero de la situación está llevando a los economistas a buscar explicaciones a lo que ocurre más allá de la inflación, y han encontrado una razón en la excusaflación.
Los márgenes empresariales como razón de los precios altos
Entre 2021 y 2022 las empresas tuvieron que asumir un importante aumento de los costos de producción y no tuvieron más remedio que trasladar esa subida al precio de los productos finales que ponen en el mercado.
El problema es que algunas aprovecharon la coyuntura para elevar su margen de beneficio por cada unidad vendida. Si antes ganaban 30 céntimos por unidad vendida, aprovecharon la subida de precios para incrementar también su margen de beneficio por cada producto y ganar, por ejemplo, 50 céntimos en lugar de 30.
Los expertos han calificado este fenómeno como excusaflación, porque las empresas se han amparado en la excusa de la inflación para subir los precios de sus productos más allá de lo que sería justo para cubrir la subida de los gastos que tienen que asumir.
La situación es especialmente llamativa en Estados Unidos, donde las empresas han tenido en el último año un margen de beneficio que no se registraba desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial.
Un fenómeno en dos pasos
Los expertos creen que la excusaflación y la desmesurada subida de los márgenes de beneficios se da en dos pasos. En el primero, las empresas aprovechan la compleja situación actual y el relato del aumento de los costes, o de la escasez de ciertas materias primas, para subir los precios y con ellos su margen de beneficios. En el segundo, esperan a ver cuánto aguanta el consumidor.
Si tras la subida de precios el consumo se mantiene más o menos estable, los precios vuelven a subir, y así de manera progresiva.
Cuando el fenómeno se da en muchos sectores, al consumidor le quedan pocas alternativas para encontrar productos iguales o similares a un precio más económico.
En el caso concreto de Estados Unidos, a esto hay que sumar que el mercado laboral está en un momento muy fuerte, con subida de salarios y un bajo nivel de desempleo, lo que hace que los consumidores tengan más capacidad para aguantar la subida de precios.
El resultado es que las empresas continúan subiendo sus precios y no pierden consumidores de forma significativa, por lo que multiplican sus beneficios. Un ejemplo es el de la cadena de restaurantes Wingstop, que en 12 meses ha subido el precio de sus alitas de pollo un 125%, pero no ha perdido consumidores. Esto ha hecho dispararse sus acciones casi un 250% y sus márgenes de beneficio están en datos de récord.