jueves, noviembre 21, 2024
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China ha entrado en deflación

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Mientras los altos niveles de inflación causan preocupación en Estados Unidos y Europa, en China se está viviendo la situación contraria. El crecimiento del PIB se desacelera y los precios cayeron un 4,4% en el mes de julio, arrastrando al país a la deflación.

Esto implica que el consumo interno está a la baja, y los ciudadanos consumen menos de lo que se había previsto. Algo que complica la recuperación económica del país, que hace tan solo unos meses que dejó atrás del todo las restricciones a causa de la Covid-19.

El objetivo de inflación del Gobierno chino para este año es de un 3%. En su lugar, la inflación promedia para el período de enero a julio se ha situado en un 0,5%.

El consumo externo también se resiente, con una caída en las exportaciones del 14,5% en comparación con el mismo mes del año pasado. Siendo esta su mayor caída en los últimos tres años.

La economía china crece, pero lo hace lentamente

La economía china creció a un ritmo del 6,3% en el segundo trimestre del año. La cifra, que sería muy buena para cualquier otro país, no lo es para el país asiático, del que los analistas esperaban una recuperación mucho más rápida.

De hecho, el crecimiento del segundo trimestre estuvo 1,4 puntos por debajo de la cifra obtenida entre enero y marzo.

El incremento del nivel de desempleo entre los jóvenes de 16 a 25 años, que ha alcanzado cifras récord, unido a la conducta precavida de los ciudadanos a la hora de gastar, dificulta a China poder reducir su deuda exterior.

China realiza el camino contrario al resto de países

Cuando la mayoría de los países levantaron las restricciones que habían adoptado por la pandemia, el consumo se disparó.

Los ciudadanos habían pasado meses casi sin poder salir ni consumir, por lo que tenían ahorros que tenían ganas de gastar. Esto disparó la demanda y esa fue una de las causas del incremento de los precios.

Pero en China no se ha producido este fenómeno. Agotadas las medidas restrictivas por la Covid-19, que acabaron siendo las más estrictas a nivel mundial, la demanda no ha crecido.

Los precios, que llevaban meses al borde de la deflación, arrancaron el año estancados y ahora están en caída.

Con menos consumo, el Gobierno ingresa menos dinero, y afrontar el pago de la deuda se vuelve más complicado. Y esto es algo que preocupa. Porque podría generar todavía más desempleo y hacer que siga cayendo la demanda de materias primas, de energía, y hasta de productos de alimentación.

A nivel internacional, la deflación podría tener un lado positivo. La bajada de precios en China podría frenar la subida de precios en otros lugares del mundo, puesto que muchas materias primas y muchos productos finales se importan desde este país.

Sin soluciones concretas

El crecimiento económico se ha decelerado desde que comenzó el año, y existe el temor a que la tendencia continúe a lo largo del año.

El Gobierno chino, que ya había estima un crecimiento del 5% para este año, ha enviado un mensaje de calma.

Tanto a nivel interno como a nivel externo hace semanas que se esperan medidas concretas para estimular el consumo, pero por el momento no se ha ofrecido ninguna solución.

Para los especialistas, la solución a este problema pasa por recuperar la confianza de los consumidores y de los inversores. Convencer a los ciudadanos de que ahora lo correcto es salir de casa y gastar, en lugar de ahorrar. Y conseguir que las empresas reactiven sus inversiones.

De cara a las próximas semanas y meses, algunos economistas creen que se adoptarán medidas como una rebaja de impuestos, pero no hay nada confirmado.

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