Los préstamos personales son una de las formas más habituales de financiación de los hogares españoles. Es común recurrir a ellos para afrontar gastos como una reforma en casa, la adquisición de un vehículo, e incluso para pagar unas vacaciones.
Durante 2022, se produjo un descenso en la riqueza financiera neta de las familias del 0,2% con respecto a 2021, lo que redujo el endeudamiento. Con menos dinero disponible y los tipos de interés al alza, los consumidores pidieron menos dinero a crédito.
A pesar de ello, la deuda consolidada de empresas y hogares llegó a 1,66 billones de euros en 2022, un 3,1% por encima de los niveles prepandemia.
Aunque los consumidores se lo piensan ahora mucho más antes de pedir un préstamo, el nivel de endeudamiento se mantiene dentro de ratios que se consideran normales.
En cualquier caso, antes de acudir a una entidad financiera a solicitar dinero, hay que tener en cuenta algunos aspectos básicos para que devolver el préstamo no se convierta en un problema.
Contratar deuda «buena»
Los especialistas diferencian entre deuda buena y mala. Es deuda buena aquella que hace falta para comprar algo que es absolutamente necesario. Por ejemplo, un vehículo nuevo con el que poder desplazarse al trabajo cada día.
Constituye deuda mala la que se contrae para hacer frente a gastos innecesarios, generalmente asociados con compras compulsivas.
En un momento como el actual, con los tipos de interés en constante incremento, lo que se recomienda es no endeudarse si no es absolutamente necesario.
Calcular el coste del préstamo
De un préstamo puede derivar una situación de sobreendeudamiento si no se tienen en cuenta todos los costes que este producto financiero lleva asociados.
Además de pagar los intereses, el consumidor tiene que hacer frente a otros gastos como las comisiones o la contratación de ciertos productos vinculados (como un seguro).
Para poder calcular cuál es el coste total del préstamo, en lugar de al TIN hay que prestar atención a la TAE, que es la única que tiene en cuenta todos los factores y costes accesorios.
Evaluar la situación financiera personal
Antes de solicitar un préstamo hay que tener claro si se va a poder pagar el mismo. Para ello, conviene revisar los ingresos y gastos mensuales.
El cómputo total de las deudas no debería superar el 35% de los ingresos mensuales. Si con el nuevo préstamo se supera esta cifra, lo más recomendable es abstenerse de pedirlo.
Otra alternativa es afrontar una reorganización profunda de las finanzas. Evaluar de manera detallada los gastos y tomar decisiones sobre los mismos para eliminar todos aquellos que no sean absolutamente necesarios.
Después de esa reorganización, es posible que el nivel de endeudamiento baje y ya se pueda solicitar el préstamo, o incluso que ya no sea necesario recurrir al mismo porque se puede pagar lo que se quería comprar con fondos propios.
Hay que comparar ofertas
Gracias a la tecnología, hoy en día es posible comparar ofertas de entidades financieras sin necesidad de salir de casa. Con tan solo aportar unos datos se puede obtener información sobre las condiciones que se ofrecen.
Es interesante comparar aspectos esenciales de los préstamos personales como la tasa de interés aplicable, el plazo de amortización, la existencia de productos vinculados y los requisitos que se exigen para la contratación. El objetivo es encontrar la mejor alternativa de financiación para cada consumidor.
Solicitar un préstamo es una actividad bastante habitual, y algo que todo el mundo acaba haciendo tarde o temprano. No obstante, esta no es una decisión menor, porque implica un endeudamiento y eso siempre supone un riesgo. Por eso, los especialistas en finanzas personales recomiendan obrar con precaución e informarse bien antes de firmar un contrato de préstamo.