Con la llegada del frío, se hace necesario climatizar las casas. Hay muchas formas de hacerlo, pero todas ellas implican qué, durante los próximos meses, la factura energética será más elevada de lo habitual.
Se suele asociar el confort térmico con un mayor consumo energético, pero no tiene que ser necesariamente así. Existen una gran cantidad de trucos que permiten mantener la casa a la temperatura más óptima posible sin tener que hacer un gasto excesivo en energía.
Ajustar el termostato
La temperatura a la que se ponen la calefacción o la bomba de calor es una de las grandes responsables del coste energético de la climatización. Lo que recomiendan los expertos para evitar sustos en las facturas, es ajustar el termostato de manera inteligente.
La temperatura de confort en una vivienda durante el invierno debe estar entre los 19º y los 21º C. Si se climatiza la casa por encima de los 23º C, no solo se va a consumir más energía, sino que el ambiente empezará a resecarse. Esto puede tener efectos sobre la salud como aparición de tos, secreción nasal, dolor de garganta y piel más seca y escamosa.
Lo ideal es poner la calefacción a una temperatura de unos 20º C. Si se opta por dejarla encendida durante la noche, es importante rebajar la temperatura uno o dos grados. Cosa que también se aconseja si se va a dejar la calefacción encendida mientras se está fuera de casa.
Una buena opción para ahorrar es cambiar el viejo termostato por uno más actual y programable. Este se encarga de encender y apagar la climatización según un horario, y permite una utilización más eficiente del sistema de calefacción.
Aprovechar el sol
Los rayos de sol son una de las mejores formas de caldear una vivienda y conseguir un ambiente agradable. Incluso en casas que no reciben muchas horas de luz al día, se puede aprovechar este truco.
Se trata de dejar las cortinas abiertas y las persianas subidas durante las horas de mayor incidencia del sol. Sus rayos penetrarán a través de los cristales y calentarán las estancias.
De igual manera, cuando se vaya el sol y haya anochecido, se pude hacer la operación contraria. Bajar del todo las persianas y cerrar las cortinas. A fin de no perder ese calor que se ha acumulado durante el día.
Ventilar con moderación
Ventilar la vivienda es algo totalmente esencial para conseguir que el aire interior esté limpio y renovado, evitando con ello posibles problemas de salud.
Abrir las ventanas cuando las temperaturas son gélidas fuera, puede provocar un importante cambio térmico dentro de la vivienda. Por eso, en estos casos se aconseja aplicar la moderación.
Lo ideal es abrir las ventanas a primera hora de la mañana para que entre el aire fresco y renueve el ambiente viciado que puede haber en la casa después de estar llena de gente durante muchas horas. Pero basta con hacerlo durante 10 minutos. Esto es más que suficiente para procurar una buena ventilación.
Después, se cierran las ventanas y se dejan las persianas arriba y las cortinas corridas para permitir que el sol entre y la casa vuelva a caldearse de una forma natural.
Sellar las fugas de aire
Con frecuencia hay que subir la temperatura de la calefacción porque el calor que esta libera acaba «escapándose» al exterior a través de puntos de fuga que se ubican, principalmente, en puertas y ventanas.
Una puerta o una ventana que no cierran bien permiten que el calor se escape y que el frío del exterior entre.
Lo que se recomienda en estos casos para ahorrar en calefacción es hacer una revisión de los posibles puntos de fuga. Si no es posible renovar puertas y ventanas, se pueden hacer ajustes.
Por ejemplo, instalar burletes y espumas que consiguen que tanto las puertas como las ventanas encajen mejor y dejen de ser puntos de fuga del calor.
Aislar la vivienda
Si la fachada y los paramentos interiores no tienen la cantidad suficiente de aislante, que suele ser algo habitual, será complicado conseguir una temperatura óptima sin tener que subir la calefacción por encima de lo recomendado.
Una buena solución es invertir en aislamiento, protegiendo así la casa tanto del frío como de los ruidos. En la actualidad, existen espumas y tratamientos aislantes que pueden aplicarse desde el interior, sin necesidad de realizar grandes obras.
Pero también hay otras alternativas más económicas y sencillas para mejorar el aislamiento de las paredes que dan al exterior.
Se puede revestir la pared con yeso laminado, pero también recubrirla con un friso o con paneles. Estos, además de ser decorativos, contribuyen a proteger las estancias del frío a la vez que reducen las fugas de calor.
Revisar periódicamente el sistema de climatización
Un radiador con aire, o un filtro sucio en la bomba de calor, pueden hacer que los aparatos de climatización no sean tan eficientes como deberían.
Una buena manera de evitar este tipo de problemas es hacer una revisión periódica de los sistemas de climatización y asegurarse de que se hace un buen mantenimiento.
Lo ideal es hacerlo antes de que comience el invierno, para tener tiempo de llevar a cabo reparaciones en caso de que estas sean necesarias.
También es importante asegurarse de que no hay ningún elemento obstruyendo los aparatos de climatización. Por ejemplo, en el caso de los radiadores, estos son mucho más eficaces si no están cubiertos por un mueble.
Aprovechar el calor de la cocina
Cocinar genera una fuente de calor adicional que se puede aprovechar para caldear la vivienda. Mientras se tiene algo al fuego, se puede dejar la puerta de la cocina abierta para que ese calor que se está generando se extienda.
De igual manera, si se ha utilizado el horno, al apagarlo es bueno dejar su puerta abierta para que se vaya enfriando y que su calor se disperse por la vivienda.
Climatizar por zonas
Si en la vivienda hay áreas que no tienen apenas uso, no merece la pena invertir recursos en caldearlas.
Los sistemas de calefacción actuales permiten calentar solo las áreas que se necesitan, permitiendo un ahorro importante de energía.