El nivel de renta disponible por habitante se incrementó un 0,37% en España durante el segundo trimestre del año, sumando con ellos tres trimestres consecutivos de crecimiento. A pesar de ello, el aumento está por debajo del promedio del 0,5% registrado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Los datos oficiales ponen de relieve que España se está quedando atrás frente a otros socios europeos. La brecha se sitúa en un 15% respecto a la renta per cápita media en los países de la eurozona.
El concepto de renta per cápita
Este es un indicador económico que mide el nivel de ingresos promedio de la población de una determinada región. Para calcularlo, se divide el ingreso total de esa zona entre el número total de habitantes.
Esta métrica se utiliza para evaluar el bienestar económico de una población. Entendiéndose qué, a mayor renta per cápita, mayor nivel de vida tiene la población, porque puede acceder a un abanico más amplio de bienes y servicios.
Por el contrario, si la renta per cápita es baja, esto es sinónimo de que la población tiene que hacer frente a dificultades económicas y su acceso a los recursos está más limitado.
Más mano de obra, pero sin incremento de la productividad
En la década de 1980, se impulsó un crecimiento fuerte y rápido de la renta per cápita en España a través de un incremento notable de la mano de obra.
Fue en ese momento cuando muchos de los miembros de la generación del baby boom comenzaron a incorporarse al mercado de trabajo.
El incremento de número de personas ocupadas logró en aquel momento reducir de forma importante la brecha en PIB per cápita entre España y sus socios europeos. Sin embargo, esto no se tradujo en un aumento del PIB real por hora trabajada. Lo cual quiere decir que no se incremento la productividad. Tal y como ha explicado la economista de Funcas, María Jesús Fernández.
Cuando, en 2008, la crisis provocó una gran destrucción de empleo, la brecha volvió a agrandarse.
En los últimos años la afiliación a la Seguridad Social ha alcanzado cifras de récord, superando los 21 millones de personas. También se ha incrementado el número de horas trabajadas por ocupado, pero la productividad continúa sin aumentar. Para los expertos, este es el principal obstáculo a la hora de conseguir un incremento importante de la renta per cápita.
España vs. sus socios europeos
El último dato registrado en cuanto a PIB per cápita recoge un crecimiento del 0,37% en la economía española. Aunque el crecimiento es constante, se aprecia que este es más lento que en otros países.
Durante el segundo trimestre del año, Hungría se puso a la cabeza en crecimiento de la renta real disponible por persona, con un incremento del 2,98%. Por detrás se sitúan Portugal y Bélgica, con incrementos de un 1,53% y un 1,49%, respectivamente.
En este mismo período otros países europeos han sufrido importantes caídas. Destacan especialmente los casos de Polonia y Austria, donde la renta disponible por ciudadano ha descendido un 3,40% y un 2,85%, respectivamente.
España ocupa la quinta posición dentro del ranking de los países con menor crecimiento económico por habitante desde al año 2007. Desde entonces, la renta per cápita ha crecido un 3,8%.
En ese mismo período, el incremento medio en los países de la OCDE ha sido de un 16,7%, y del 14,3% dentro de la Unión Europea.
La riqueza de los hogares también está por debajo de la media
La riqueza de los hogares es el valor acumulado que tienen los activos financieros y no financieros de un hogar. La diferencia entre lo que se posee y lo que se debe.
Este indicador se refiere al bienestar económico de las familias, reflejando su capacidad para acumular activos y recursos financieros a lo largo del tiempo.
Según datos de Eurostat, la renta disponible en los hogares españoles es de 17.254 unidades de poder de compra por habitante. Por su parte, la media europea se sitúa en 18.706 unidades.
La riqueza de los hogares españoles se ha visto especialmente afectada por la alta inflación de los últimos meses. La constante subida de los precios de los productos básicos de la alimentación, y de las cuotas de hipotecas con un tipo de interés variable, han reducido el poder adquisitivo de las familias.
Seis de cada diez euros ingresados en los hogares se destinan al pago de la hipoteca y de la comida. Esto rebasa la recomendación del 40% de los ingresos mensuales que hacen entidades como el Banco de España.
En consecuencia, los hogares españoles tienen ahora menos capacidad de consumo y menos capacidad de ahorro.
Otro factor que también contribuye a que la riqueza de los hogares esté a la baja, es que muchas familias están recurriendo a medidas de financiación como los microcréditos para poder hacer frente a sus gastos del día a día.
La reducción de la jornada podría ampliar la brecha en el PIB per cápita
El acuerdo entre Sumar y PSOE para la investidura prevé, entre otras medidas, la reducción de la jornada laboral. Esta pasaría de las 40 horas semanas actuales a 37,5 horas, sin que esto suponga una reducción de los salarios.
Sobre esta cuestión, el Banco de España ha señalado que podría aumentar la brecha de la renta disponible por habitante en comparación con la media europea.
La renta per cápita está estancada desde los 80 porque la productividad no crece. Hay más personas trabajando, pero el incremento de los niveles de productividad no es significativo. Si cada empleado no produce más, llega el punto en el que la riqueza se estanca.
Una reducción de la jornada laboral podría reducir también la productividad. Un fenómeno que iría en contra del incremento de la riqueza.
España es uno de los países con la jornada laboral más larga, pero esto no le ha permitido alcanzar mejoras significativas ni en PIB per cápita ni en productividad. Para los expertos, la reducción de jornada debería ser bien negociada y no imponerse a todo el tejido productivo, puesto que sus efectos pueden no ser positivos en todos los ámbitos.