El sector de la alimentación atravesó importantes dificultades durante el pasado año. Entre ellas la escasez y la subida de precio de algunas materias primas, lo que llevó a un incremento del precio de los productos finales y causó una reducción del consumo. Fenómeno que dio lugar a un descenso en los volúmenes de producción.
2023 se ha convertido en el segundo año consecutivo en el que la fabricación de alimentación y bebidas ha bajado. El nivel de producción durante el año pasado fue de 162.459 millones, lo que supone un descenso del 2,6% con respecto a las cifras de 2022, según datos de la Federación Española de Industria de Alimentación y Bebida (FIAB).
Retracción en el consumo y en el gasto
Una de las principales razones que han hecho bajar la producción de alimentos ha sido la bajada de la demanda. Según el informe publicado por la FIAB, el volumen de consumo se retrajo durante 2023 un 0,1% en comparación interanual. Mientras que el gasto medio por persona y hogar cayó hasta los 1.410 euros.
Entre enero y noviembre de 2023, se consumieron en España 22.310 millones de kilos de alimentos, lo que supone un 10% menos que durante el mismo período de 2022.
A pesar de ello, desde FIAB destacan que la industria de la alimentación y las bebidas continúa siendo el sector industrial con mayor fortaleza en España. Con un Valor Añadido Bruto de 31.038 millones de euros.
Otro factor que explica la caída en la producción de alimentos es que durante el año pasado cerraron 1.824 empresas dedicadas a esta industria.
En el sector se está produciendo un proceso de concentración, pero esto no amortigua el impacto de la desaparición de negocios. De hecho, los expertos destacan que la fusión entre empresas ayuda a las entidades resultantes a ser más fuertes y poder enfrentar mejor los riesgos del mercado, pero también afecta a la viabilidad de las entidades más pequeñas.
Menos exportaciones en este sector
Durante 2023 se realizaron un 6,6% menos de exportaciones de alimentos y bebidas producidos en España que durante el año anterior. A pesar de ello, el valor de las ventas exteriores aumentó un 3,4% en comparación interanual, alcanzando los 47.620 millones de euros.
La inestabilidad internacional, y la subida de precios del transporte por efecto de la inflación y de los problemas logísticos y de transporte que se están produciendo a nivel global, contrajeron el número de empresas exportadoras hasta las 18.424.
Por mercados, la Unión Europea fue durante 2023 el principal destino de las exportaciones de la industria alimentaria española. Especialmente destinos como Francia, Portugal, Italia y Alemania. Fuera del ámbito comunitario, Estados Unidos y Reino Unido fueron los países que compraron más alimentos y bebidas procedentes de España.
El empleo en la industria de la alimentación
A pesar de la bajada en la producción y la caída de las exportaciones, durante el pasado año el empleo en la industria de la alimentación mostró un comportamiento positivo, con un incremento de la afiliación de un 2% interanual.
A finales de 2023, uno de cada cinco trabajadores del ámbito industrial prestaba servicios dentro del sector de los alimentos y las bebidas.
Del total de los 436.900 afiliados a la Seguridad que desarrollan su labor en este sector, algo más del 81% cuenta con un contrato indefinido, y el empleo femenino supone un 38,2% del total del empleo, lo que representa la mayor tasa dentro del sector de las manufacturas.
Alimentos un 38% más caros
De cara a los resultados de 2024, las previsiones del volumen de producción están teniendo en cuenta que la inflación todavía no se ha moderado del todo.
Un reciente informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha puesto de manifiesto que, entre 2020 y 2023, el precio medio de los alimentos subió un 38%. Cifra que coincide más o menos con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que reflejan un incremento de los precios del 30% en ese mismo período.
El aceite de oliva, el azúcar, los huevos y el arroz redondo están entre los productos que más se han encarecido. Lo que ha llevado a los consumidores a cambiar sus hábitos, algo que sigue teniendo un impacto directo sobre los niveles de producción en la industria de la alimentación.