Según el último estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad afecta a mil millones de personas en todo el planeta. La epidemia ha duplicado su alcance en tan solo tres décadas, afectando especialmente a los niños y los adolescentes.
La necesidad de luchar contra este problema de salud no ha pasado desapercibida para la industria farmacéutica, que en los últimos años ha conseguido desarrollar con éxito los medicamentos GLP-1, que son capaces de tratar la diabetes tipo 2 y ayudar en la pérdida de peso a un nivel nunca visto antes. Por el momento, Ozempic y Wegovy son los medicamentos más populares dentro de esta categoría, pero su gran éxito permite vaticinar que no tardarán en llegar otros similares.
Con los GLP-1 se puede perder peso a un ritmo que antes solo era posible mediante cirugía bariátrica, y esto está teniendo un fuerte impacto en empresas de sectores vinculados de una u otra forma con la obesidad.
Una oportunidad para el sector de la alimentación
Según un estudio de Goldman Sachs, en los próximos cuatro años entre 10 y 70 millones de consumidores en Estados Unidos tomarán este tipo de medicamentos para adelgazar. Esto puede suponer la pérdida de millones de dólares para las cadenas de comida rápida y las empresas del sector de la alimentación, pero estas ya están buscando soluciones.
Nestlé ha anunciado que antes de finalizar este año tendrá en el mercado productos que son compatibles con las dietas que tienen que seguir los pacientes que toman Ozempic. Su nuevo catálogo incluirá desde pizzas congeladas hasta patatas enriquecidas con hierro y con calcio.
La nueva línea se comercializará bajo la marca Vital Pursuit y ofrecerá un total de 12 productos destinados a aquellos que están en proceso de pérdida de peso, pero quieren seguir basando su dieta en productos precocinados, una conducta muy extendida entre la ciudadanía estadounidense.
Además, en Nestlé también están trabajando en una línea de productos complementarios que busca limitar la pérdida de masa muscular que se produce cuando se está perdiendo peso con ayuda de los medicamentos GLP-1.
Conagra, empresa estadounidense especializada en comida envasada, es otra de las que está tomando medidas para que la nueva tendencia de pérdida de peso no tenga un gran impacto en sus ventas. Ya trabaja en cómo adaptar sus productos (principalmente alimentos congelados y aperitivos) para que supongan una alternativa atractiva para quienes están adelgazando.
A través de marcas como Healthy Choice o Bertolli, facilita a los consumidores que están a dieta una alternativa más sencilla para controlar el tamaño de sus raciones.
Más proteínas y menos grasas
No solo las personas con sobrepeso que toman Ozempic y medicamentos similares están demandando alimentos con más proteínas y menos grasas, esto se ha convertido en una tendencia generalizada de consumo.
En España, en el último año los lineales de los supermercados se han llenado de productos que son la versión “+ proteínas” de alimentos de toda la vida como los yogures, la leche o el yogur.
Las marcas están llevando a cabo un fuerte proceso de investigación y desarrollo para sacar al mercado productos que sean más saludables, aunque los nutricionistas denuncian que estos alimentos no son tan sanos como se pretende hacer a los consumidores. La mayoría de ellos han pasado por un largo procesamiento que hace que se multipliquen el número de ingredientes con respecto a la versión “normal”, por lo que sus efectos a largo plazo sobre la salud pueden ser nocivos.
Preocupación entre los fabricantes de implantes
La pandemia de obesidad ha beneficiado a un conjunto de empresas, entre ellas aquellas que fabrican implantes de rodilla y similares, que tienen entre las personas con obesidad a algunos de los principales destinatarios de sus productos.
Con menos obesidad, es previsible que habrá que realizar menos intervenciones para sustituir rodillas o caderas, y esto plantea un reto para las empresas que operan en el sector.
Desde las farmacéuticas que comercializan los medicamentos GLP-1, confirman que han recibido llamadas de empresas especializadas en implantes, y también de otros sectores que han hecho negocio con la obesidad, mostrando su preocupación por los cambios que se están produciendo.
Lo cierto es que el éxito de estos medicamentos ha supuesto una sorpresa incluso para sus propios fabricantes, que han tenido problemas para satisfacer la demanda. Las farmacéuticas han estado tomando medidas para poder aumentar su producción, y destacan que su objetivo es que este tipo de productos estén disponibles para todo el mundo, no solo para las personas con alto poder adquisitivo. Y es que, aunque en España la Seguridad Social financia parte del coste de estos medicamentos tanto a quienes padecen diabetes como a quienes los tienen pautados por su especialista para adelgazar, en países como Estados Unidos no existe este sistema de protección, y muchos ciudadanos con obesidad no pueden permitirse asumir el coste de un tratamiento con esta medicación.
El impacto económico de la obesidad
La epidemia de obesidad genera un importante impacto económico tanto a nivel directo como indirecto. Entre los costes directos hay que destacar los gastos médicos que se derivan de esta enfermedad. Estos incluyen gastos de atención médica, hospitalizaciones, medicamentos y tratamientos de otras enfermedades relacionadas con la obesidad, como la hipertensión o las enfermedades cardíacas.
Entre los costes indirectos destacan:
Pérdida de productividad
Las ausencias por enfermedad en el trabajo son más habituales entre las personas que padecen obesidad. Además, se aprecia en ellas una disminución del rendimiento por el deterioro paulatino de su salud, y en los casos más graves es posible que se llegue a una situación de incapacidad.
Mortalidad prematura
La reducción de la esperanza de vida asociada a la obesidad supone para los países una pérdida de potencial productivo, lo que afecta a la economía en su conjunto.
Discapacidad
La obesidad aumenta el riesgo de desarrollar condiciones crónicas que pueden dar lugar a una discapacidad que va a acabar generando costes en sistemas de apoyo social y de salud.
Al coste directo y al indirecto hay que sumarle los costes psicosociales. La obesidad se asocia a una pérdida de la calidad de vida, y está relacionada con la aparición de problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad, muchas veces derivados del estigma y la discriminación que sufren quienes se padecen esta enfermedad.
El impacto económico de la obesidad es grande y multifacético, afecta tanto a quienes la padecen como a las empresas, los sistemas de salud y la economía en general. De aquí a 2030 se estima que dos mil millones de personas en todo el mundo serán obesas. Esta enfermedad causa cinco millones de muertes al año y su coste económico global supera los 2,7 billones de euros, por lo que la lucha contra ella es una buena oportunidad de negocio para muchos sectores, no solo para el farmacéutico.