En octubre de 2023, arrancaba el conflicto bélico entre Israel y Gaza. Solo un mes después, en noviembre, la milicia proiraní hutí secuestraba el buque Galaxy como muestra de apoyo al pueblo palestino. Comenzaba así una situación de inestabilidad en el Mar Rojo que, seis meses después, parece lejos de llegar a solucionarse.
El Mar Rojo es una de las vías de comunicación marítimas más importantes para el tráfico de mercancías. Por sus aguas pasa el 15% de todo el comercio marítimo mundial, conectando los puertos asiáticos y los del golfo Pérsico con Europa a través de una ruta rápida.
Sin embargo, con el estallido del conflicto, las navieras han ido dejando de lado esta ruta de navegación, y ahora el tráfico se ha reducido a la mitad con respecto al que se producía antes de los enfrentamientos entre los hutíes y la coalición internacional que encabezan Estados Unidos y Reino Unido.
Las navieras no quieren volver
La situación en el Mar Rojo está lejos de tranquilizarse, y las navieras no quieren poner en riesgo a sus tripulantes, sus buques, ni las mercancías. Algunas tan importantes como Maersk han confirmado que van a seguir sin utilizar esta ruta de navegación. En su lugar, van a derivar la navegación al Cabo de Buena Esperanza, cuyo nivel de tráfico se ha incrementado de forma notable en los últimos meses.
Para este segundo trimestre la naviera está reduciendo sus operaciones en la ruta Asia – Mediterráneo – Norte de Europa, lo que implica recurrir a itinerarios de navegación más largos, lo cual también supone un mayor coste.
La compañía afirma que los nuevos ajustes en las rutas han incrementado un 40% su gasto en combustible, lo cual se refleja en el precio que pagan los clientes.
Feightos, empresa dedicada al alquiler de contenedores de carga, ha señalado que las tarifas experimentaron una fuerte subida tras el comienzo del conflicto en el Mar Rojo. Con el paso del tiempo no han bajado, pero se han estabilizado. El precio medio por movilizar un contenedor es ahora de unos 6.500 dólares.
Crisis en los canales de Suez y Panamá
Los acontecimientos en el Mar Rojo han tenido un impacto sobre el sector logístico a nivel mundial, provocando el aumento de los costos operativos y de los días de tránsito, fenómeno que ha puesto a la vez en crisis a los canales de Suez y Panamá, por los que circula hasta el 90% del transporte marítimo internacional de mercancías.
El canal de Suez permanece bloqueado por los ataques de las milicias hutíes a los buques que navegan por la zona. Mientras que el canal de Panamá afronta una grave sequía que está limitando de forma notable la navegación.
La congestión en el canal de Panamá ha llegado a ser tan grande, que muchas navieras han optado por circunnavegar América del Sur a través del Cabo de Hornos. Esto ha aumentado la duración de las rutas de navegación en 15 días, con el correspondiente incremento de coste.
Las pérdidas en el transporte marítimo están en mínimos históricos
Aunque los riesgos climáticos y los derivados de conflictos geopolíticos han estado en aumento en los últimos meses, según el informe “Safety & Shipping Review 2024” elaborado por Allianz Commercial, las pérdidas en el sector del transporte marítimo alcanzaron su mínimo histórico durante 2023.
El año pasado se perdieron 26 grandes buques a nivel global, lo que supone un tercio menos que en 2022, cuando se perdieron 41. Este es un gran cambio con respecto a lo que sucedía hace unas décadas. En los años 90, se perdían hasta 200 buques por año.
El informe también destaca que los riesgos que afectan al transporte marítimo están evolucionando a un ritmo sin precedentes.
Rahul Khanna, responsable global de consultoría de riesgos marítimos de Allianz Commercial, ha señalado que: “conflictos como los de Gaza y Ucrania están remodelando el transporte marítimo global, afectando la seguridad de la tripulación y de los buques, las cadenas de suministro y la infraestructura, e incluso el medio ambiente”.
Khanna también ha destacado la preocupación que existe por el aumento de piratería en el Cuerno de África, y por la forma en la que el cambio climático y el reto de la descarbonización pueden afectar al transporte marítimo en los próximos años.