Hace años que la posible desaparición del dinero en efectivo es un tema de debate a nivel gubernamental y social. La rápida evolución de las tecnologías digitales en las finanzas supone un riesgo para los pagos con dinero. Sin embargo, los consumidores no están de acuerdo con que se limite la posibilidad de hacer sus compras con billetes y monedas.
Algunos países como Suecia están promoviendo de forma activa una economía sin efectivo para luchar contra el fraude fiscal y el lavado de dinero, mientras que en los países en vías de desarrollo el efectivo es esencial para hacer transacciones comerciales, porque la mayoría de la población no puede acceder a servicios bancarios y tecnologías digitales.
A favor y en contra de la desaparición del dinero en efectivo
Quienes defienden una futura desaparición del dinero en formato físico, argumentan que menos efectivo implica menos robos y actividades ilegales relacionadas con el lavado de dinero.
Por otro lado, las transacciones digitales son más fáciles de rastrear, y esto ayuda a prevenir la evasión y el fraude fiscal, mejorando la transparencia financiera de ciudadanos, empresas y organismos públicos.
A esto añaden que este tipo de transacciones son más rápidas y eficientes, lo que reduce los costes operativos para negocios y consumidores.
Por su parte, quienes están en contra de la desaparición del dinero en efectivo señalan que esto puede ser una causa más de exclusión social para personas de la tercera edad y otros colectivos que no tienen acceso a la tecnología o sufren de limitaciones digitales.
También se argumenta que la eliminación del efectivo implicará una pérdida de privacidad financiera. Y la dependencia total de las transacciones digitales aumentará la vulnerabilidad frente a ciberataques y el riesgo de que se produzcan fallos tecnológicos que podrían tener consecuencias graves sobre una parte significativa de la sociedad.
El caso de Suecia
Suecia es uno de los países más avanzados en el campo de la economía sin efectivo. Para lograrlo, ha impulsado la innovación tecnológica y se ha asegurado de que su población esté familiarizada con la tecnología que da acceso a los métodos de pago digitales.
Además, los suecos muestran plena confianza en sus instituciones financieras y en la seguridad de los sistemas digitales, por lo que no ha habido grandes barreras ante el cambio por parte de los ciudadanos.
Como consecuencia, el uso de efectivo ha caído de manera muy rápida. En 2020, solo el 9% de los suecos utilizaban el dinero en efectivo para hacer sus pagos diarios, una cifra significativamente más baja que la registrada en otros países. Esta bajada de la demanda de efectivo ha dado lugar a la desaparición de muchos cajeros automáticos y al cierre de sucursales bancarias.
Para seguir avanzando en esta cuestión, el Riksbank (banco central de Suecia) está trabajando con el e-krona, una moneda digital que servirá como complemento y hasta reemplazo del efectivo.
La posición de la Unión Europea
La Directiva sobre Servicios de Pago, implementada en 2018, tiene como finalidad promover el uso de medios de pago electrónicos que sean seguros eficientes y competitivos. Esta norma ha contribuido a la innovación en materia de pagos digitales, pero por el momento las instituciones europeas no han mostrado un claro interés en la desaparición del dinero en efectivo.
Aunque sí se está explorando la posibilidad de poner en marcha un euro digital que complementará al efectivo.
Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) ha llevado a cabo diferentes consultas públicas y estudios para evaluar las necesidades y preocupaciones que tienen los ciudadanos y las empresas con respecto al euro digital, con el fin de poder diseñar una solución que sea inclusiva y segura.
A nivel interno, son varios los países europeos que han limitado por ley la cantidad que se pueden pagar en efectivo, entre ellos España. Como medida para luchar contra el fraude fiscal, el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo.
La Unión Europea no tiene, por el momento, una norma que establezca un límite máximo para los pagos en efectivo, pero está trabajando en una iniciativa que podría limitarlos a 10.000 euros. Si llega a imponerse esta norma, los Estados miembros seguirán teniendo libertad para establecer un límite de pagos por debajo de esa cifra, con lo que el límite español continuaría siendo legal.
A nivel social, el efectivo continúa siendo el medio de pago más utilizado en Europa, aunque su incidencia se va reduciendo a medida que aumenta el uso de los medios digitales.
Según el estudio “Los pagos inmediatos como ventaja competitiva” del Observatorio Payments, el pago digital o móvil es el favorito para el 55% de los europeos. Lo que más demandan los usuarios es que a la hora de hacer una compra se les ofrezcan diferentes modalidades de pago fáciles, rápidas y sin contacto.
El pago en efectivo en España
En el caso de España, el informe “Estudio sobre hábitos en el uso del efectivo 2023” realizado por el Banco de España, ha puesto de manifiesto que el 65% de los españoles continúa usando el dinero en efectivo a diario para las compras en comercios físicos. De hecho, para el 60% este es el medio de pago más habitual.
Los españoles escogen este medio de pago por la comodidad, la rapidez y la seguridad que supone. No se necesita ningún dispositivo ni conexión a internet, salvaguarda la privacidad, protege frente a pérdidas de datos y permite controlar mejor el gasto.
De hecho, el pago en efectivo es uno de los métodos más usados para controlar el consumo. Porque permite controlar de forma directa cómo se está gastando el dinero.
El principal competidor del pago en efectivo es el pago con tarjeta, después se sitúan medios de pago digitales como Bizum o PayPal, cuyo uso ha crecido de forma notable en los últimos años. Según este informe, un 40% de los consumidores ya utiliza de forma habitual los medios de pago digitales en comercios físicos.
Aunque el pago en efectivo está limitado a 1.000 euros en territorio nacional, por el momento no se han hecho más avances que impliquen que el dinero en efectivo vaya a dejar de ser el método de pago prioritario para la mayor parte de la población.