viernes, septiembre 6, 2024
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La banca se “quita de encima” los activos tóxicos

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Según las proyecciones que se hicieron públicas en el CMS NPL Iberian Forum 2024, foro que acoge a profesionales de la banca y la industria, este año la banca va a desalojar 15.000 millones de euros en activos improductivos, lo que comúnmente se conoce como activos tóxicos. Esto supone un 45% más que el año pasado.

Las operaciones de desalojo de activos improductivos han sido habituales en los últimos años, pero se aprecia un cambio hacia operaciones cada vez más especializadas, porque los inversores tienen ahora un mayor interés en carteras de nicho de volumen más pequeño a las que se compraban antes. Las carteras que se traspasan se componen de activos (principalmente inmuebles) y créditos fallidos.

¿Qué son los activos tóxicos?

Los activos improductivos son activos financieros que han perdido gran parte de su valor de mercado y sobre los que existe un alto riesgo de incumplimiento. Por ejemplo, créditos a empresas que están en situación de morosidad.

Los activos tóxicos se hicieron especialmente conocidos a partir de 2008, cuando estalló la crisis financiera.

Antes de ese momento, los bancos y otras instituciones financieras habían concedido muchas hipotecas y préstamos a clientes con calificaciones crediticias bajas. Estos productos se empaquetaron en valores y se vendieron a inversores de todo el mundo bajo la apariencia de inversiones sólidas. Sin embargo, cuando los deudores empezaron a incumplir con su obligación de pago y el precio de las viviendas cayó, el valor de estos activos se desplomó, pasando a convertirse en activos tóxicos.

El impacto de los activos tóxicos en el sistema económico

Desde 2008, los bancos e instituciones financieras han estado acumulando grandes cantidades de activos improductivos, especialmente inmuebles que habían llegado a ellos a través de ejecuciones hipotecarias o por la quiebra de constructoras a las que habían prestado dinero.

Cuando una entidad acumula una gran cantidad de activos tóxicos puede afrontar pérdidas significativas que pueden derivar en una falta de solvencia y, en los casos más graves, en la quiebra, que es precisamente lo que le ocurrió a Lehman Brothers en 2008.

En momentos en los que los bancos tienen que hacer frente a la incertidumbre sobre la solvencia de sus contrapartes y la calidad de sus propios balances, pueden volverse reacios a prestar dinero, lo que produce una congelación de crédito en el mercado que afecta por igual a empresas y consumidores.

Por eso, en situaciones de crisis, los gobiernos y los bancos centrales intentan estabilizar el sistema financiero a través de intervenciones directas como las inyecciones de capital o la compra de esos activos improductivos. 

En líneas generales, los activos tóxicos se consideran una amenaza para la estabilidad del sistema financiero y la economía, de ahí que las entidades intenten reducirlos todo lo posible.

Estrategias de venta de activos tóxicos en España

Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008, las instituciones españolas se encontraron con balances llenos de préstamos incobrables y propiedades embargadas que habían perdido gran parte de su valor.

Para paliar este problema, en 2012 el Gobierno creó la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB), también conocida como “banco malo”, para adquirir y gestionar los activos tóxicos. Esta entidad compró activos problemáticos por valor de 50.000 millones de euros, permitiendo a los bancos limpiar sus balances.

Otras entidades optaron por llevar a cabo una venta directa de sus carteras de activos tóxicos a fondos de inversión especializados en activos en dificultades (los llamados “fondos buitre”). Estas ventas, a pesar de realizarse a precios muy reducidos, permitieron a los bancos liberarse de activos no productivos y mejorar su liquidez.

Entre las medidas adoptadas también destacó la reestructuración de deuda con los deudores y la venta de propiedades embargadas. Aunque este enfoque es más lento, fue útil para recuperar parte del valor de los activos improductivos de manera gradual.

Algunas entidades bancarias incluso llegaron a crear sus propias plataformas de gestión de activos para manejar sus carteras de activos inmobiliarios y controlar mejor el proceso de liquidación de los mismos.

El proceso de venta de activos tóxicos en España ha sido un proceso lento y complejo que todavía no ha terminado del todo. Para este año, se espera que las entidades bancarias y otras instituciones financieras sigan poniendo en el mercado nuevas carteras llenas de activos improductivos valorados en miles de millones de euros.

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