Tras las elecciones generales de 2023, desde el Ministerio de Trabajo se anunció como una de las medidas estrella para la nueva legislatura la reducción de la jornada laboral, que pasaría de las 40 horas semanales actuales a 37,5 horas.
Estaba previsto que este cambio fuera progresivo y que la forma de implantarlo se pactara entre Trabajo y los agentes sociales. Sin embargo, está resultando difícil llegar a un acuerdo, porque para los empresarios este ajuste supone un incremento de los costes que se percibe como inasumible. De hecho, no hay acuerdo ni a la hora de cuantificar cuánto va a costar realmente reducir la jornada.
La evolución de la jornada laboral en España
Entre los siglos XVIII y XIX lo habitual era trabajar de 12 a 16 horas en unas condiciones que, en muchos casos, eran extremadamente duras. A medida que los movimientos obreros comenzaron a ganar fuerza a finales del siglo XIX, se consiguieron mejores condiciones laborales y reducciones de jornada.
La primera gran reforma a nivel internacional se produjo en 1919, con la promulgación de la Ley de la Jornada de Trabajo, que establecía una jornada laboral de 8 horas al día durante seis días a la semana, es decir, 48 horas semanales de trabajo. Una medida a la que España se sumó.
Esta jornada laboral se mantuvo hasta la aprobación del Estatuto de los Trabajadores en 1980, que estableció como jornada media semanal la de 40 horas, aunque no fue hasta la década de 1990 cuando se convirtió realmente en un estándar en la mayoría de las empresas.
En los últimos 20 años, el concepto de conciliación de la vida personal y familiar ha ganado peso en el ámbito laboral, y a nivel internacional se están tomando medidas para ajustar todo lo posible el tiempo de trabajo.
Ya están en marcha algunos proyectos piloto para probar la eficacia de la “semana laboral de cuatro días”, y desde hace meses se baraja la posibilidad de reducir la jornada.
El objetivo de Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, es hacer un ajuste gradual. Reducir la jornada semanal a 38,5 horas este año y llegar hasta un tope máximo de 37,5 horas semanales en 2025.
Un coste de 400.000 millones de euros
El Ministerio de Trabajo lleva semanas negociando con las asociaciones empresariales, pero el acuerdo todavía no se ha materializado.
El principal punto de fricción es el coste. Desde la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME) señalan que reducir la jornada laboral hasta las 37,5 horas a la semana supondría un coste de 40.000 millones de euros entre costes directos e indirectos. Porque los trabajadores van a mantener su salario, y las empresas van a tener que contratar a más personal para compensar el recorte de horas si quieren que su productividad no se vea afectada.
Desde la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), destacan que es importante tener en cuenta lo que ha ocurrido en otros países. En Francia, se instauró la semana laboral de 35 horas a finales de los años 90, y se produjeron importantes problemas en los hospitales, que no tenían suficiente personal cualificado para cubrir la atención 24/7 que se da en estos centros. Para estos especialistas, la solución más idónea es reducir la jornada de forma gradual, apostando por la flexibilidad horaria, ya sea a través de horas extra o de la modulación de la jornada en cómputo anual, pero contando siempre con la negociación colectiva.
Los expertos también reconocen que la reducción de la jornada va a impactar de forma desigual en los diferentes sectores de actividad, y hay algunos en los que puede resultar inviable.
Desde ATA (Asociación de Trabajadores Autónomos) destacan que una reducción de la jornada laboral sin reducción de salario será todavía más difícil de asumir para las pequeñas y medianas empresas, porque supondrá un importante incremento de los costes laborales.
Según un informe elaborado por gestores administrativos, si las pymes reducen su jornada laboral semanal a 37,5 horas asumirán un coste extra de 15.300 millones de euros al año. Un cálculo que se ha llevado a cabo partiendo de los datos medios, que reflejan que cada pyme tiene unos 4,5 empleados, y considerando que todos ellos cobren el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). De media, el coste de cada pyme aumentará unos 5.287,2 euros al año, siendo este un cálculo de mínimos, que no tiene en cuenta otros factores como el gasto que hay que asumir para cubrir las vacaciones de los empleados.
Por su parte, la Inspección de Trabajo y Seguridad Social advierte de que no tiene medios suficientes para vigilar que se cumpla la reducción de jornada, si esta llega finalmente a aprobarse.
La jornada de cuatro días convence más que la reducción de jornada
Según el “II Informe de Pymes y Autónomos de España” de Hiscox, solo el 28,2% de las pymes mantienen una posición favorable ante la reducción de la jornada de 40 a 37,5 horas semanales, porque estiman que va a aumentar la satisfacción de los trabajadores y, con ella, su productividad; favoreciendo tanto la conciliación como el descanso.
Entre las pymes que no ven esta medida como positiva, un 40% creen que no se ajusta al perfil de su negocio, que perderán productividad y que tendrán problemas económicos.
El estudio destaca un mayor apoyo a la semana laboral de cuatro días. Un 54,7% de las pymes se muestran partidarias de eliminar un día de trabajo, mientras que el 41,2% no están conformes con esta distribución del tiempo de trabajo. En ambos porcentajes se aprecia un descenso con respecto a los datos recogidos en el informe del año pasado.
A pesar de que más de la mitad de las pymes muestran su apoyo a la semana laboral de cuatro días, el 73,5% de las encuestadas no tienen intención de implementar ese sistema.
Lo que sí refleja el estudio es una mayor tendencia a la flexibilidad a través del teletrabajo, ya que ha subido el número de empresas y profesionales que tienen implementado este sistema algunos días de la semana.
Tendencia en casi toda Europa
A nivel global, y muy especialmente en Europa, se están buscando medidas para potenciar la conciliación y reducir el tiempo de trabajo. La semana laboral de cuatro días es la medida que más apoyo popular, empresarial y gubernamental tiene, aunque todavía ningún país la ha implementado como norma general.
En el extremo contrario se sitúa Grecia, que recientemente ha ampliado la semana laboral a seis días en algunos sectores concretos, cuando haya circunstancias que lo justifiquen.
Entiendo que el mayor coste de una reducción de jornada laboral semanal,tanto si es en número de horas diarias como si es el número de dias laborables,no se va a cuantificar en euros sino en la reducción en el número de jornadas y de nuevos contratos que esta medida va a provocar a medio plazo.
Claro que y se encargará La Chata de buscarle un nombre sonoro a la reducción de jornadas y al aumento del paro ( Incremento del ocio no retribuido,por jmplo ? )