Durante su visita de estado a China, Pedro Sánchez ha mostrado su oposición a la política comercial que ha adoptado la Unión Europea con respecto a los vehículos eléctricos chinos, aumentando sus aranceles.
El presidente del Gobierno español no es el único que no está de acuerdo con esta medida, y desde la Comisión Europea temen que algunos Estados miembros puedan oponerse en la votación que se llevará a cabo en octubre para establecer los aranceles a largo plazo.
Una disputa comercial a nivel global
China y Estados Unidos mantienen una guerra comercial desde hace varios años. Durante la época de la Administración Trump se impusieron fuertes aranceles a todo tipo de productos importados desde el país asiático, y esta tendencia ha continuado durante el mando de Biden. De hecho, hace poco el Gobierno estadounidense anunció que los aranceles a los vehículos eléctricos chinos se iban a fijar en un 100 %.
En Europa, la guerra comercial con China ha sido más comedida, porque los Estados miembros de la Unión Europea tienen en el país asiático a uno de los principales receptores de sus exportaciones. Sin embargo, el episodio de los vehículos eléctricos ha desatado la tensión.
Hace algunos meses la Comisión Europea inició una investigación para poder determinar si el Gobierno chino estaba ayudando a sus fabricantes nacionales de coches eléctricos, porque el precio de mercado de estos era notablemente más bajo que el de los producidos en Europa.
La investigación llegó a la conclusión de que desde el Gobierno chino se estaban dando diferentes tipos de ayudas y bonificaciones a todas las empresas implicadas en la fabricación y en la cadena de suministro: empresas mineras, fabricantes de baterías, factorías de ensamblaje, empresas de logística, etc.
Como respuesta a este dumping, la Comisión propuso la aplicación de aranceles a los vehículos eléctricos chinos que oscilan entre un 36,3 % y un 17 % para los diferentes fabricantes. El arancel es más o menos alto en función de la disposición que las empresas automotrices chinas mostraron en su momento para tomar parte en la investigación y aportar información.
En respuesta, Beijing ha puesto en marcha investigaciones antidumping sobre algunas exportaciones que los países europeos realizan a China, entre ellas el brandy, los productos lácteos y los porcinos. Algo que podría afectar a muchos Estados miembros de la Unión, y especialmente a España, que es el mayor exportador de carne de cerdo de Europa y tiene en China a uno de sus grandes clientes.
A la espera de la aprobación definitiva de los aranceles
La Comisión Europea decidió a principios de verano que iba a aplicar aranceles a los vehículos eléctricos chinos como respuesta a las prácticas de dumping que salieron a la luz tras su investigación. Pero la regulación final debe pasar por una votación antes del próximo 30 de octubre.
Para su aprobación, se requiere el voto a favor de un mínimo de 15 Estados miembros que representen, al menos, el 65 % de la población de la Unión Europea. Si la Comisión consigue sacar adelante su propuesta, los aranceles estarán en vigor durante cinco años, pero en caso contrario tendrá que retirarlos.
“No necesitamos otra guerra, en este caso una guerra comercial. Creo que necesitamos construir puentes entre la Unión Europea y China, y desde España lo que haremos es ser constructivos y tratar de encontrar una solución, un compromiso, entre China y la Comisión Europea”, ha declarado Pedro Sánchez durante su viaje a China.
En declaraciones a los periodistas que han hecho la cobertura del viaje, Sánchez ha recalcado la necesidad de que tanto los Estados miembros como la Comisión reconsideren su posición en este tema.
En un comunicado a la agencia de noticias oficial Xinhua, el presidente de China ha declarado que “esperamos que España continúe brindando un entorno comercial justo, seguro y no discriminatorio para las empresas chinas que invierten y operan en España”.
En los últimos meses, el presidente de China ha recibido y visitado a varios líderes europeos para intentar conseguir un cambio de postura en el seno de la Unión Europea. El objetivo del país asiático es convencer a los países europeos de que los aranceles son una mala idea, para que se opongan en la próxima votación y se diluyan las intenciones de la Comisión.
Alemania es otro de los países que se ha mostrado reticente a la aplicación de los aranceles, pero algunos Estados como Francia se han posicionado claramente del lado de la Comisión y defienden los aranceles.