miércoles, septiembre 18, 2024
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La Unión Europea incrementa sus importaciones de urea desde Rusia

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La relaciones comerciales y diplomáticas entre Rusia y la Unión Europea (UE) atraviesan un momento complicado desde que Rusia comenzara la invasión de Ucrania en febrero de 2022 y la UE respondiera aplicando sanciones comerciales.

En estos dos años, la Unión Europea ha logrado sobreponerse a la dependencia que tenía del gas ruso. Sin embargo, las importaciones de urea no han hecho más que crecer, lo cual pone en riesgo la industria de los fertilizantes europea.

El renacer exportador de Rusia

Antes del comienzo de la guerra con Ucrania, algo más del 70 % de la producción de gas ruso se exportaba a Europa, situación que cambió radicalmente con la adopción de las sanciones comerciales y económicas por parte del bloque europeo.

Rusia ha logrado reconducir la situación vendiendo más gas a Asia, India y China. Gas que, con frecuencia, acaba siendo revendido después por estos países a algunos Estados miembros de la Unión Europea.

La urea, utilizada como fertilizante por su alto contenido en nitrógeno, es uno de los compuestos químicos más usados a nivel mundial en el campo de la agricultura. Y las sanciones impuestas por las autoridades europeas a Rusia no incluyen este producto, por lo que este ha seguido llegando al territorio de la UE. De hecho, la dependencia europea de la urea rusa es cada vez mayor. En los dos últimos años, las importaciones de este subproducto del gas natural se han duplicado.

En la actualidad, la urea que procede de Rusia cubre más de un tercio de la demanda de este producto que hay en Europa, y la cuota de mercado podría llegar a ser del 50 % para 2030. Los expertos destacan que esto es un riesgo, porque dejaría un tema tan importante como la seguridad alimentaria de las cosechas europeas en manos rusas.

Efectos en el mercado de la alimentación

La urea se obtiene a partir del gas natural, que es un producto cuyo precio se ha elevado en los últimos años. Como consecuencia, fertilizantes como la urea o el amoniaco también han visto incrementarse su precio.

De hecho, la fuerte subida del precio de los fertilizantes hidrogenados es lo que ha provocado la notable subida del precio de los alimentos en Europa. Por otro lado, la subida de precio ha hecho inviable que estos fertilizantes puedan seguir siendo utilizados en los países en vías de desarrollo del Norte de África y del continente subsahariano, lo que está provocando importantes hambrunas.

Como consecuencia de todo esto, el negocio de los fertilizantes rusos está atravesando una época dorada, porque han aumentado las ventas de manera significativa y ha subido el precio de estos productos. Además, el control sobre este fertilizante le atribuye a Rusia una posición dominante sobre Europa que ha pasado desapercibida.

Los fabricantes europeos piden medidas

Se estima que las ventas de urea y el impuesto del 10 % que recae sobre este insumo agrícola, dieron lugar a unos ingresos de más de 1.500 millones de euros para las arcas rusas en la campaña 2022/2023.

Rusia mantiene el precio del gas bajo dentro de sus fronteras, y eso permite a los fabricantes de fertilizantes ofrecer precios más bajos que los que tienen los productores que trabajan en el territorio de la Unión Europea. Como consecuencia, los agricultores europeos consumen ahora más fertilizantes rusos.

Los fabricantes europeos están pidiendo a las autoridades europeas que tomen medidas frente a esta situación. Abogan por imponer aranceles sobre los fertilizantes rusos, y defienden que la industria de fertilizantes europea tiene capacidad suficiente para producir los insumos agrícolas necesarios y cubrir toda la demanda en caso de que Rusia decidiera bloquear la importación de urea.

Destacan, además, que los fertilizantes rusos tienen una huella ambiental mucho mayor que la de los producidos en la UE, lo cual pone en riesgo el cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad y cuidado del medio ambiente que se esperan lograr en los próximos años. Como ejemplo, destacan que la producción de amoníaco en la UE emite un 60 % menos de emisiones de gases de efecto invernadero que la producción rusa.

Los productores defienden su idea destacando que imponer aranceles es la mejor manera de privar a Rusia de parte de los ingresos que está destinando a financiar su maquinaria de guerra, a la vez que potenciaría la industria europea de fertilizantes.

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