Reino Unido es la sexta economía a nivel mundial, pero tras el Brexit y la crisis del Covid-19 está atravesando serios problemas para recuperarse. Después de un período de recesión, su Producto Interior Bruto (PIB) avanzó un 0,6 % en el primer trimestre del año, mismo crecimiento que se registró en el segundo trimestre.
A pesar de que los datos mejoran, los especialistas advierten de una posible caída en la actividad en los próximos meses, y el nuevo gobierno ya ha anunciado que los presupuestos que presentará en octubre serán “doloroso”, lo que ha llevado a despertar los rumores de que se impondrán nuevos impuestos a la banca.
Los bancos ante un posible nuevo impuesto especial
Keir Starmer, primer ministro de Reino Unido, afirmaba hace unas semanas que “en octubre se presentará un presupuesto y va a ser doloroso. No tenemos otra opción dada la situación en la que estamos (…). Aquellos que tienen los hombros más anchos deberían soportar la carga más pesada”.
Aunque por el momento no se ha hecho referencia de manera directa a la puesta en marcha de un nuevo impuesto que afectaría a los bancos británicos, los rumores no se han hecho esperar.
Los analistas destacan que este tipo de especulaciones y debates en torno a lo que debe pagar la banca son muy comunes en Reino Unido, aunque el líder laborista ya descartó los impuestos a los bancos antes de ganar las elecciones.
Para los analistas de JP Morgan, “si bien es comprensible que los bancos sean vistos como un sector que se ha beneficiado de los tipos de interés más altos y, por lo tanto, se espera que paguen una mayor proporción de impuestos, queremos señalar que los bancos de Reino Unido ya son unos de los sectores más penalizados”. Destacan también que la idea de recaudar miles de millones de libras a través de un nuevo impuesto especial bancario es poco realista, porque en el país ya se aplica un impuesto a los bancos.
De cumplirse la previsión e implementarse un nuevo impuesto a los bancos británicos, Lloyds sería el más afectado, al ver subir su tasa impositiva un 1 %. Le seguirían otras entidades como NatWest, Barclays y HSBC. Sin embargo, los especialistas de JP Morgan no vaticinan un impacto significativo para Standard Chartered.
Un impuesto que es cada vez más común
En Europa, una docena de países aplican ya algún tipo de gravamen especial a sus bancos. Según el informe “Risk Assessment Report” de la Autoridad Bancaria Europea, la recaudación por impuestos a la banca ha aumentado un 30 % entre junio de 2022 y junio de 2023.
En el caso de España, el gravamen temporal es de un 4,8 % y se aplica sobre el margen de intereses y comisiones a aquellos bancos que, en 2019, facturaron más de 800 millones de euros.
Este impuesto se puso en marcha a mediados de 2022 como medida para financiar una parte del escudo anticrisis, y se han recaudado algo más de 1.200 millones de euros en cada ejercicio que ha estado en vigor.
Este tributo se va a mantener en su formato actual hasta 2025 y, aunque existe un intenso debate en torno al mismo, desde el Gobierno no ven motivos que justifiquen su eliminación, ya que la banca sigue batiendo récords de beneficios gracias a los altos que han estado los tipos de interés en los últimos meses.
En el caso de Italia, el gravamen es del 40 % sobre la diferencia entre el margen de intereses existente entre 2021 y 2023, y se espera recaudar unos 3.000 millones de euros. Como medida excepcional,los bancos pueden evitar el pago de este impuesto si, a cambio, elevan sus niveles de capital y no utilizan esas reservas para remunerar a sus accionistas a través del reparto de dividendos o de programas de recompra de acciones.
Otros países europeos que han puesto en marcha impuestos especiales a la banca son Bélgica, Países Bajos, Austria, Dinamarca, Suecia, Hungría, Lituania, Polonia, República Checa, Rumanía e Irlanda.
Desde la Comisión Europea se ha dado el visto bueno a estas medidas, y también lo ha hecho el Tribunal de Cuentas Europeo (TCE). Mihails Kozlovs, miembro del TCE y encargado de la auditoría, ha señalado que “desde la crisis de 2008 hasta hoy, el sector de los servicios financieros ha recibido muchas más ayudas estatales que cualquier otro sector de la economía. Es crucial que se realice un control apropiado y exhaustivo de estas ayudas estatales para proteger la competencia en el mercado interior, así como a los contribuyentes de la UE de la carga de los rescates bancarios”.