sábado, noviembre 23, 2024
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El crecimiento económico global será moderado en 2025

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Los principales organismos e instituciones económicas ya están haciendo sus previsiones con respecto a cómo será el año que viene.

En el caso del Banco Mundial, este habla de unas perspectivas de crecimiento moderado pero estable. En cambio, la UNCTAD, organismo de la ONU para el Comercio y el Desarrollo, prevé un crecimiento estancado.

Crecimiento económico mundial

El crecimiento económico mundial es el aumento sostenido de la producción de bienes y servicios en todos los países del mundo durante un período de tiempo determinado.

Es un dato importante porque se asocia con una mayor nivel de vida, más oportunidades de empleo y una mejora en la calidad de vida de las personas.

El principal indicador que se utiliza para medirlo es el Producto Interior Bruto (PIB) mundial. Que representa el valor monetario total de todos los bienes y servicios finales producidos dentro de un país durante un período específico, generalmente en un año.

Comparando el PIB de un año con el del anterior, se obtiene la tasa de crecimiento económico.

Existen, además, otros indicadores que pueden ofrecer una visión más completa del crecimiento económico y de su impacto en la sociedad, como el Índice de Desarrollo Humano (IDH) o la desigualdad de ingresos.

El crecimiento global se evalúa año tras año y es un indicador clave para que gobiernos, empresas e instituciones internacionales comprendan la realidad de la salud de la economía mundial y tomen decisiones informadas.

Previsiones del Banco Mundial

El Banco Mundial estima que en 2025 se producirá un repunte leve en el panorama económico.

Casi un 60 % de las economías globales (que representan a algo más del 80 % de la población global) van a registrar un crecimiento inferior a la media de la última década.

Para los analistas, estos se debe a factores como las tensiones geopolíticas, la fragmentación del comercio, el aumento sostenido de las tasas de interés y el impacto de los desastres climáticos.

Ante este panorama, las cooperación internacional en el comercio; la transición hacia una economía verde y digital y el alivio de la deuda, se perfilan como las claves para estimular el crecimiento económico a nivel global.

En el caso de los mercados emergentes y las economías en desarrollo, la inversión pública puede tener un papel trascendental a la hora de estimular la productividad y atraer el capital privado, lo que garantiza un crecimiento económico más sólido a largo plazo.

La previsión del Banco Mundial estima un crecimiento en torno al 2,6 % para 2025.

Aunque la inflación ha estado dando señas de moderación a lo largo de todo 2024, continúa siendo un factor de preocupación para este organismo, porque una inflación alta condiciona las políticas que adoptan los bancos centrales e influye en el crecimiento económico.

La previsión de la UNCTAD

ONU Comercio y Desarrollo (UNCTAD) proyecta un crecimiento económico global estancado en torno al 2,7 % para 2024 y 2025. Lo que supone una caída frente al promedio anual del 3 % que se registró entre 2011 y 2019.

Un reciente informe de esta entidad advierte que la «nueva normalidad de bajo crecimiento» resulta insuficiente para poder abordar los desafíos más urgentes en materia de desarrollo y materia climática.

La UNCTAD también ha mostrado preocupación por el estancamiento del crecimiento del comercio con respecto al PIB.

Entre 1995 y 2007 el comercio creció al doble de la tasa del PIB mundial, pero desde la crisis de 2008 ese crecimiento se ha frenado. De hecho, 2023 fue la primera vez en la historia en la que el comercio de mercancías se contrajo a pesar del crecimiento económico global.

En cambio, los servicios se posicionan como un nuevo motor de crecimiento. Expandiéndose a una tasa anual del 5 % y representando algo más del 25 % del comercio global.

Las recomendaciones de los expertos

A fin de conseguir un mayor crecimiento económico global de cara al futuro, los especialistas hacen las siguientes recomendaciones:

  • Combinar políticas fiscales, monetarias y regulatorias para abordar los problemas de inflación, en lugar de recurrir al endurecimiento temporal de las tasas de interés.
  • Reformar el ciclo deuda pública para reducir los riesgos y vulnerabilidades en los países en desarrollo.
  • Adoptar políticas industriales que promuevan la diversificación más allá del sector manufacturero. Teniendo en cuenta las transformaciones ambientales, financieras y tecnológicas.
  • Fomentar la implantación en las empresas de tecnologías que mejoren la productividad sin desplazar a los trabajadores, especialmente en los sectores de baja calificación.

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