La subida de precio de los productos de alimentación en las semanas próximas a la Navidad, es algo habitual. Pero desde que empezó la crisis inflacionista, llenar la cesta de la compra para las comidas y cenas navideñas se ha vuelto cada vez más caro.
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el incremento medio del precio de los alimentos navideños se estima ya en un 5,2 % en comparación interanual a poco más de una semana de que comience de manera oficial la Navidad.
Los especialistas confirman que la de este año va a ser una de las cestas de la compra de Navidad más caras desde que se comenzara a hacer un seguimiento de sus precios en 2015.
Observatorio de Precios de Navidad
Todos los años la OCU analiza a través del Observatorio de Precios de Navidad cómo se comporta el precio de 16 productos tradicionales en esta época del año.
Hasta el momento se han registrado incrementos en los precios de las ostras (19 %), la granada (17 %), el cordero lechal (16 %), la lubina (12 %) y el jamón ibérico de cebo (11 %).
Otros alimentos como el besugo y la piña también han registrado ya subidas de precio. En ambos casos de un 10 %.
Sin embargo, también hay algunos alimentos típicos de la Navidad cuyo precio ha bajado. El pavo ha bajado un 6 % y los langostinos lo han hecho un 5 %.
A pesar de que el precio de algunos alimentos se ha moderado a la baja, esta caída no compensa el encarecimiento generalizado de los alimentos, y de los productos navideños en especial.
Desde 2015 hasta la actualidad, la cesa de la compra navideña se ha encarecido un 49, 6 %. Debido a que productos como el besugo se han encarecido más de un 200 % en nueve años. Incluso alimentos más accesibles como la lombarda o la piña casi han duplicado su precio en este tiempo.
Recomendaciones para ahorrar en la cesta de la compra de Navidad
Lo que los especialistas en consumo siempre aconsejan es no dejar las compras para última hora, puesto que los precios van a estar en constante incremento durante estas semanas.
Lo recomendable es adquirir con antelación los productos que se pueden congelar y aquellos que son no perecederos. Así como informarse bien sobre los descuentos y promociones que hacen los supermercados.
Otra alternativa de ahorro es sustituir los productos más caros por otros más económicos, pero sin renunciar a la calidad. Por ejemplo, cambiando el cordero por otras carnes más baratas.
Lo que también se recomienda es ajustar la compra a las verdaderas necesidades de alimentación de los invitados. Para ofrecer un menú completo que no genere grandes cantidades de sobras.
La reduflación llega a los productos navideños
La reduflación, una técnica controvertida que consiste en rebajar la cantidad de un producto sin bajar su precio, para que los consumidores tengan la falsa sensación de que los precios no han subido o se han incrementado solo un poco, también ha llegado a los alimentos y dulces típicos de la Navidad.
Desde la organización Facua-Consumidores en Acción confirman que un total de nueve turrones y bombones están aplicando esta técnica, y lo hacen tanto las marcas propias como las marcas blancas.
Un ejemplo claro es lo que ha ocurrido con la Caja Roja de bombones de Nestlé, que en 2023 contenía 44 bombones y ahora tiene 42. Antes costaba 11 euros y este año tiene un precio de 12 euros.
Un fenómeno que también se ha apreciado en los bombones Lindt.
En el caso del turrón crujiente negro de la marca DIA, la tableta se ha encarecido 14 céntimos de un año para otro y ahora pesa 50 gramos menos.
Facua señala que el del turrón Suchard es uno de los ejemplos más destacables de reduflación. La tableta cuesta este año lo mismo que el pasado, 3,99 euros, pero su peso ha pasado de 260 a 230 gramos. «Por tanto, el precio por kilo del turrón Suchard ha aumentado un 13 %, pese a que a simple vista la mayoría de los consumidores no detecta esta bajada de peso de 30 gramos», señalan desde la organización.
Para evitar este tipo de prácticas, las organizaciones de consumidores y usuarios han solicitado al Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 que promueva una modificación legal para que las empresas que recurren a la reduflación tengan la obligación de informar de ello a los consumidores.