Cuando llega la Navidad, es costumbre en muchas empresas entregar a sus trabajadores un pequeño obsequio en forma de cesta con productos típicos de estas fechas: turrón, polvorones, embutidos, etc.
En aquellos casos en los que se entregan cestas, esto tiene un impacto sobre la tributación de los empleados.
Las cestas de Navidad desde el punto de vista fiscal
Tienen la consideración de retribución en especie. Es decir, que quedan sujetas a tributación por tener un valor económico.
En la nómina del empleado el valor de la cesta se incluye dentro de la base imponible y sobre ella se aplica después la correspondiente retención del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
Además, el valor de la cesta también forma parte de la base de cotización a la Seguridad Social.
En cualquier caso, es la empresa la única responsable de declarar el valor de la cesta en la nómina del trabajador. Si no lo hace, el trabajador podría tener que incluir este importe posteriormente al hacer su declaración de la Renta, exponiéndose a sanciones si no lo hace así.
La empresa, por su parte, se puede deducir el importe de las cestas en el Impuesto sobre Sociedades, siempre y cuando la percepción de la misma por parte de los empleados sea uso y costumbre de la empresa y derecho adquirido de los empleados. En este caso, una vez establecido el derecho de la plantilla a recibir una cesta de Navidad, esta no puede ser suprimida unilateralmente por el empresario.
A nivel contable, las empresas registran este gasto en la cuenta 649 de «otros gastos sociales».
En el caso de los regalos de Navidad, estos se tratan como una donación. Aunque en teoría también habría que declararlos, la Agencia Tributaria no suele controlarlos por su escaso valor monetario.
Una tradición con siglos de historia
La costumbre de regalar cestas de Navidad se remite a la Antigua Roma.
La sportula romana era una cesta con alimentos que las personas de clase alta regalaban a sus clientes, que generalmente tenían un menor nivel social.
La cesta se entregaba en una fecha especial llamada Saturnalia, y era una forma de agradecer los servicios prestados; un gesto de generosidad.
Con el paso del tiempo y la extensión del Cristianismo, la costumbre de regalar cestas por Navidad se fue extendiendo por toda Europa. Era común que los señores feudales regalaran a sus siervos una cesta con alimentos para agradecer su trabajo durante el año.
En España, la tradición de la cesta de Navidad se popularizó a finales del siglo XIX, especialmente en las Administraciones Públicas.
En la actualidad, las cestas de Navidad siguen estando presentes en la mayoría de las empresas. Sin embargo, ya no se limitan únicamente a los productos básicos. Algunas incluyen productos gourmet, e incluso artículos de regalo. Lo que no ha cambiado es su esencia, ya que continúa siendo una forma de agradecer y de compartir la alegría de la Navidad.
Un negocio en auge
Las cestas de Navidad pueden adquirirse en empresas especializadas o a través de grandes superficies, pero en ambos casos se ha notado un aumento de las ventas en los últimos años.
Desde Makro, empresa de distribución a hostelería, explican que «la media de cestas que hemos servido en los últimos años oscila entre las 200.000 y 220.000 al año. Es un formato que siempre ha estado disponible en nuestra oferta mayorista durante el período navideño».
De cara a esta temporada navideña, esperan comercializar unas 270.000 cestas.
Los especialistas del sector destacan que los productos se han ido adaptando a las nuevas realidades. Ahora ya es mucho más fácil encontrar cestas sin alcohol, con productos veganos, sin gluten, ecológicos, etc.
Desde El Corte Inglés confirman que el negocio se vuelve cada vez más premium «tanto en los continentes, que son un regalo en sí mismos, como en el contenido, que llega a los más altos niveles de calidad y exclusividad». Por eso, ya hay algunas cestas cuyo importe supera los 1.000 euros.
En los catálogos de las empresas que ofrecen estos productos hay ofertas para todos los bolsillos. Algunas cestas tienen un coste de apenas 10 euros y otras pueden llegar a los 1.200 euros, por incluir artículos como jamones de la mejor calidad o bebidas de marca premium.