Jerôme Kerviel, el ex operador del banco francés Société Générale, será juzgado en París desde este martes, y durante aproximadamente tres semanas, después de que el banco galo le acusará de haber provocado a la entidad pérdidas por un importe cercano a los 4.900 millones de euros por las posiciones de riesgo asumidas por el acusado. El ex broker está acusado en concreto de abuso de confianza, falsificación e intromisión en un sistema automatizado de datos, por lo que se enfrenta a una condena de hasta cinco años de prisión, así como a una multa de 375.000 euros.
Kerviel ha admitido las acusaciones de falsificación de documentos para esconder su actividad, pero tanto él como su abogado, Olivier Metzner, niegan que haya incurrido en un abuso de confianza, ya que «si el empleador conoce y anima la actividad, no hay abuso».
El ex operador de Société Générale ha mantenido de forma reiterada que no ha cogido «un céntimo en esta historia». Sin embargo, ha reconocido que hizo «tonterías, aunque insistió en que su banco le animaba a hacerlas.
«¿Creéis sinceramente que una operación de 15.000 millones de euros pasa inadvertida y que el banco no se hace ninguna pregunta? Yo no me escondía. Estaba en el medio del despacho y todo el mundo veía lo que hacía, aseguró en su primera entrevista, un año después de conocerse los hechos.
De hecho, una autoría interna del fraude reveló que los inmediatos superiores de Kerviel «flaquearon en la supervisión de sus actividades, así como indicios de complicidad en uno de sus asistentes, que llevó a cabo «muchas operaciones de naturaleza fraudulenta». En 2009, la comisión bancaria francesa multó a la entidad con cuatro millones de euros por «serias deficiencias» en su supervisión interna.
En enero de 2008, Société Général desveló que las posiciones adoptadas sin autorización por Kerviel, que comenzó a trabajar en el banco en el año 2000 y mantuvo una trayectoria profesional irreprochable hasta entonces, habían provocado a la entidad pérdidas de unos 4.900 millones de dólares.
Kerviel trabajaba en la sección dedicada a gestionar las operaciones de mercados y su misión durante cinco años fue, curiosamente, detectar procedimientos sospechosos. Después, pasó a formar parte de los actores directos de corretaje, aunque tampoco era uno de los corredores de bolsa «estrella» de la entidad.
En 2006 empezó a montar una actividad paralela y a enmascararla compensando ganancias con pérdidas y viceversa. Las operaciones se anulaban y, por tanto, no aparecían en las cuentas del banco.