El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, cargó contra el «oligopolio mundial» de las tres agencias de calificación que amplifican los movimientos del mercado, tanto al alza como a la baja, algo que «va contra la estabilidad financiera». Trichet, en una entrevista publicada este martes por el periódico francés Libération, consideró «oportuno no continuar con el oligopolio mundial de tres agencias» pero añadió que «el problema de fondo es atenuar o anular» el efecto de amplificación que producen en los mercados.
Confirmó la publicación de las «pruebas de estrés» que se están haciendo a bancos europeos, y se mostró confiado en sus efectos porque «la transparencia es muy importante», y puso como ejemplo Estados Unidos, donde la comunicación de esos test corrigió la falta de confianza en las instituciones financieras.
En un repaso a la gestión de la crisis financiera, y en particular de la crisis de la deuda, insistió en el mensaje de que «una parte de los inversores y de los participantes en el mercado tienen tendencia a subestimar la capacidad de Europa para tomar decisiones valientes».
Una tendencia que a su juicio tiene que ver con la estructura institucional europea, «muy diferente» a la de Estados Unidos.
Para cambiar esa imagen y sin necesariamente cambiar los tratados en un primer momento, señaló que hay que ir «lo más lejos posible (…) en materia de vigilancia muy precoz, de casi automaticidad de las sanciones, de forma que tengamos en la zona euro el equivalente de lo que tendríamos si estuviéramos en una federación presupuestaria».
A ese último respecto, Trichet comentó que «como ciudadano» lamenta que en los años 1990 no se hubiera aprovechado la ocasión para haber dado «un gran salto institucional» en dirección a «una federación política», una idea que a su parecer los países no quieren ahora.
Al repasar el origen de los ataques de los mercados por la deuda en ciertos países, aludió al caso concreto de Grecia, que no aplicó desde 2009, cuando se manifestó la desconfianza de los inversores, una política creíble al respecto.
«Además, en el caso de Grecia, hubo un problema muy anormal y muy grave de datos falsos», añadió antes de insistir en que «si se hubieran conocido las verdaderas cifras, es probable que la historia no hubiera sido la misma».
El presidente del BCE justificó la intervención de la entidad que dirige el 10 de mayo para comprar masivamente obligaciones griegas y de otros países porque «constatamos disfunciones graves, sin precedentes, de los mercados financieros» el jueves 6 de mayo por la tarde y el día 7.
«En ese momento y no antes, consideramos que había que esforzarse por restablecer un funcionamiento más normal de los mercados», explicó antes de asegurar que con esa intervención no se trataba de cambiar la política del BCE, que es garantizar la estabilidad de precios.