Telefónica, la operadora que tiene a César Alierta como Presidente Ejecutivo desde el año 2000, solicitó este miércoles la disolución de Brasilcel, empresa con la que comparte el 60% de la operadora brasileña Vivo con Portugal Telecom (PT). Telefónica aduce un incumplimiento de obligaciones por parte de la operadora lusa al haberle ocultado que el Gobierno de Portugal iba a utilizar la acción de oro en circunstancias distintas a las previstas.
El contencioso con los responsables de Portugal Telecom, que no con sus accionistas, supone para Telefónica una traba para sus planes de expansión en Brasil. Para la operadora española el control de Vivo es crucial para llevar a cabo sus planes en el gigante sudamericano que representa, después del español, su mercado más importante, además de ser el de mayor potencial de crecimiento.
El primer dragón al que el presidente ejecutivo de Telefónica tuvo que enfrentarse fue al que custodiaba el 30% de Vivo mantenido por Portugal Telecom.
El departamento de análisis del BBVA había dicho hace unos 20 días que no sería un gran problema pues los accionistas de PT se avendrían sin mayor esfuerzo a una contraoferta que tendría un valor “inmaterial” en la valoración bursátil de la empresa de telecomunicaciones española, un punto de vista que era refrendado también por JP Morgan que auguró que la española aumentaría “modestamente su oferta”.
Para muchos, la codicia portuguesa entró en juego en ese momento y el Gobierno portugués paralizó la venta del 30% de Vivo utilizando una muy antieuropeísta ‘acción de oro’ a pesar del apoyo mayoritario a la operación por parte de la junta de accionistas de la operadora portuguesa.
Ante esta situación, y tras dos semanas de negociaciones, la multinacional española mejoró su oferta y le puso fecha de caducidad: 7.150 millones de euros por su participación, y una respuesta para la medianoche del pasado viernes 16 de julio como muy tarde.
Al acercarse la hora bruja, y ver que Telefónica no cedía más, los directivos de PT solicitaron una nueva extensión –hasta el 28 de julio-, para poner su casa en orden, a pesar de que la operación contaba con el respaldo del 74% del capital de la compañía portuguesa.
César Alierta, que había dado su palabra a inversores y accionistas y había negociado directamente con el presidente ejecutivo de la operadora lusa, dio la operación por terminada y lanzó un caveat ante cualquier posible intento de negociación: aunque Telefónica estaría interesada en retomar las negociaciones, sólo lo haría a tabula rasa, es decir, partiendo de cero, y únicamente con el aval expreso de Lisboa. No más Tordesillas encubiertas.
Por su parte, la multinacional española ha decidido no pasar por el Cabo de Buena Esperanza para llegar a América y este miércoles contrató un segundo despacho de abogados, -el neoyorquino Dewey & LeBoeuf LLP-, para que le asesore ante la corte arbitral de Amsterdam, donde reside Brasilcel, por el incumplimiento del acuerdo entre accionistas que firmaron en la constitución de esta empresa tenedora de la participación en Vivo.
Según informa Telefónica, este despacho americano confirmó que, de acuerdo con la legislación holandesa y con los acuerdos que suscribieron en su día en Brasilcel, «bajo las actuales circunstancias, existen razones fundadas de alcanzar la disolución de Brasilcel N.V.».
Este despacho destacará que PT incumplió sus obligaciones de información al mercado al haber ocultado a Telefónica y a los accionistas de Portugal Telecom, «el efectivo ejercicio, por parte del Gobierno Portugués, de la Golden Share«, en casos distintos a los que figuran en los estatutos de PT.
Telefónica ya anunció el pasado 19 de julio que se estaba preparando para pelear por el control de Vivo en los tribunales y el primer escenario sería el Arbitraje de la Haya para lo que había contratado el despacho de abogados holandés Brauw Blackstone Westbroek que ya asesoró a Telefónica y a PT en la constitución de Brasilcel.
Esta estrategia por abrirse camino en Brasil puede enmarcarse dentro de las declaraciones que César Alierta hizo a la revista Actualidad Económica respecto al futuro de la empresa que lidera desde hace diez años -y que, según el ránking de la revista, es la Mejor Empresa para Trabajar en España-, donde dijo que “tenemos que mejorar para ser en 2012 la mejor compañía de telecomunicaciones del mundo digital”.