Los sindicatos de Adif han convocado a los trabajadores de este gestor público de infraestructuras ferroviarias a secundar 46 horas ininterrumpidas de huelga, que tendrán lugar entre el 31 de julio y el 1 de agosto, coincidiendo así con una de las operaciones salida de verano.
El paro arrancará a las 1.00 horas del 31 de julio y se extenderá hasta las 23.00 horas del 1 de agosto y ha sido acordado por unanimidad por todos los sindicatos del comité de empresa de Adif (CCOO, UGT, CGT, Sindicato Ferroviario y Sindicato de Circulación), que además sopesan extender la huelga a Renfe.
Según el comunicado del sector federal ferroviario, la dirección les ha mantenido durante meses en una “burda trampa” para desmantelar el ferrocarril a través de eliminación de puestos de trabajo y el cierre de estaciones. Denuncian el continuo empeoramiento de la prestación de servicios, que afecta hasta a la venta de billetes: los tiempos de espera para sacarlos es de 122 minutos.
Según CGT, la dirección de Adif se burla de los trabajadores con un nuevo documento que “arruina el empleo y la posibilidad de generarlo”. Así, Adif ha decidido convocar la huelga para exigir la retirada del mismo.
El plan supondría convocatorias de movilidad de los empleados que, según sus datos, «podría suponer el desarraigo de 400 trabajadores». «No da solución al millar de trabajadores que actualmente se ocupan de vender billetes de Renfe en las estaciones”. Consideran que es necesario definir su futuro ante la inminente liberalización del sector y la entrada de nuevos operadores ferroviarios privados.
Los sindicatos protestan además por la reestructuración que está realizando la compañía pública en el área de mantenimiento de infraestructuras y por la exterminación de algunas actividades.
Las organizaciones sindicales calculan que Adif presenta un déficit de personal de unos 5.000 trabajadores y de 1.139 para Renfe, por lo que contemplan extender también las movilizaciones a la operadora.
Según CCOO, las dos empresas ferroviarias públicas tienen «las plantillas más reducidas de los ferrocarriles europeos, que rozan niveles insoportables, por lo que se resiente el servicio y la propia seguridad de los trenes».