lunes, septiembre 23, 2024
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Las grandes eléctricas se lanzan a por los clientes del mercado regulado

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La electricidad y su precio se han convertido en una de las mayores preocupaciones para los ciudadanos. En España, las deficientes reformas energéticas han generado un sistema que se encuentra entre los más caros de Europa, tras un fuerte incremento en los últimos años. Se debe principalmente a dos cuestiones, en primer lugar, los altos costes fijos (impuestos, subvenciones, costes extrapeninsulares) que se pagan en la factura que suponen casi un 60% de la factura. En segundo lugar, debido a una sobrecapacidad del sistema y a un mercado poco o nada competitivo.

Las grandes eléctricas se han lanzado los últimos años a copar la mayor cuota de mercado posible. Contratos a medida, grandes descuentos, planes con nombres ‘amables’ y servicios gratuitos para aquellos que deseen abandonar la antigua Tarifa de Último Recurso (TUR), ahora conocida como Precio Voluntario al Consumidor (PVC). Durante los últimos años, en especial durante la burbuja, las eléctricas se lanzaron en un proceso de expansión que les ha generado una sobrecapacidad que pretenden costear con los nuevos clientes.

Pescar en los antiguos clientes de la TUR

La antigua TUR es una tarifa que fija el Ministerio cada 3 meses para aquellos que no desean contratar ninguna de las tarifas que ofrecen las comercializadoras. Las eléctricas se vieron obligadas a crear las denominadas comercializadoras de último recurso. Las compañías no podían hincar el diente al consumidor, ya que la factura era cerrada, con unos beneficios menores y sin la posibilidad de ofrecer otros servicios.

“Mejorar su cifra de beneficios sin ofrecer un servicio más barato”, así resume Rubén Sánchez, de Facua, el interés de las compañías para que los consumidores abandonen el PVC. “Las tarifas que ofrecen las eléctricas en su inmensa mayoría son más caras”, subraya Sánchez, sobre las practicas -“algunas engañosas”, dice- de las compañías.

Las diferentes tarifas

El Plan Hogar que, por ejemplo, ofrece Iberdrola, no solo es más caro que el precio regulado sino que las bonificaciones que se ofrecen caducan en apenas un año. El término de energía que se paga con la factura del Plan Hogar es de 0,155986 frente al 0,144747 que se paga con la tarifa 2.0A, es decir, que le energía consumida en el hogar se multiplica por un precio que es un 7% más caro.

No se trata de un caso aislado actual. En abril de 2013 se estudiaron las distintas tarifas y mientras que el TUR neto eran de 15,09 céntimos el precio que cobraba Iberdrola superaba los 16,7 céntimos.

La compañía enmascara el mayor coste gracias al descuento que ofrece del 10%, aunque se deben matizar dos aspectos de dicho descuento: En primer lugar, no se efectúa sobre el cómputo total de la tarifa y, en segundo, solo dura durante los 12 primeros meses. Además, se deben aceptar ciertas condiciones como pago en caso de rescindir el contrato cuando no ha expirado.

El Plan Hogar de Iberdrola, no es el único que enmascara un pago mayor promocionando un ahorro. El denominado Tempo Siempre Ganas de Endesa ofrece un pago menor en el término de energía gracias al 5%, que sí es indefinido, pero a cambio se debe contratar el OK Luz Asistencia Plus, por el que se pagan 2,04 euros al mes el primer año, mientras que en el segundo sube hasta los 4,1 euros.

En el caso de Gas Natural también se efectúa un pago mayor, además la compañía penaliza al consumidor por un exceso de consumo anual y por abandonar la compañía. Gas Natural refleja en su letra pequeña que para fijar la penalización a abonar por abandonar la firma se “calculará el importe que se debía haber facturado al cliente con la tarjeta de gas y/o luz que corresponda”.

Sobrecapacidad asfixiante

Las eléctricas tienen una necesidad urgente de aumentar beneficios, lo queen la práctica supone incrementar los cobros, porque su situación financiera es más débil de lo que pretenden transmitir. Durante la burbuja española sobredimensionaron su estructura con inversiones por valor de 70.000 millones, que se tradujeron un casi 55.000 MW de potencia más. Eso se traduce en una capacidad instalada de 105.615 Mwh frente a una demanda de apenas 43.527 Mwh (datos de 2013). Dichas inversiones ahora se deben pagar y las cuentas no terminan de salir.

Sánchez considera que Iberdrola es un buen ejemplo del deterioro del sector. La compañía presentó unos beneficios de más de 2.300 millones en 2014, aunque sobre unas inversiones de 93.771 millones que diluyen el beneficio. Además, su estado financiero es discutible, ya que presentó un déficit de caja superior a los 2.000 millones.

A ese déficit se llega tras descontar de su caja neta, cobros menos pagos, las diferentes necesidades de la empresa. La caja generada es de 6.800 millones, a la que primero se debe restar la cantidad que se necesita invertir para que la empresa mantenga su posición (el famoso CAPEX), que asciende a 3.600 millones. También se descuenta la amortización del principal (la deuda de Iberdrola son 28.630 millones) más el pago de intereses, que en total son 3.340 millones de euros. La cifra ya arroja un déficit de 140 millones, pero todavía continúa.

El Estado de Flujos de Efectivo refleja que la empresa recompra acciones por valor de 897 millones mientras que vende por 151 millones. Además, paga por dividendos 1.192 millones de euros. En definitiva, todo ello suma que Iberdrola necesitó en 2014 para cuadrar sus cuentas 2.078 millones, que consiguió gracias a desinversiones y al pago del déficit tarifario. Esa delicada situación financiera de Iberdrola, al igual que otras, explica la política agresiva de captar clientes con los que aumentar sus ingresos, explica Sánchez.

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