Hay un hombre que maneja más de 16.000 millones de euros en compras anuales de bienes y servicios. Su tarjeta de compra no es bancaria, sino planetaria, la de la ONU, ni más ni menos. Dimitri Dovgopoly apareció ayer en los lujosos salones del hotel Wellington de Madrid con motivo del III Foro Aesmide, ante las ávidas e inquisitivas miradas de un ramillete de las mejores empresas españolas dedicadas a contratos con la Administración. España solo rescata 75 magros millones, muy lejos de lo que le correspondería por su peso específico y aportación a las arcas de la ONU, el 3% de su presupuesto.
Dovgopoly, ucraniano, de ancha sonrisa y corbata amarilla, disertó en inglés sobre las descomunales necesidades de la ONU, a las que satisface la División de Adquisiciones que él encabeza. Es, en realidad, un viejo amigo con el que trabajó España con motivo de la intervención de la ONU en Bosnia, UNPROFOR. Este ucraniano de respetable tamaño era el encargado de la logística de aquella enorme misión.
La ONU, por ejemplo, mueve a decenas de miles de ‘cascos azules’ y funcionarios por todo el mundo, a lo que dedica un descomunal presupuesto. Y les da de comer, “con un menú con 460 ítems y unas 4.000 calorías diarias”, explicó con detalle extremo mister Dovgopoly.
El alto funcionario de la ONU se mostró sorprendido porque, según sus palabras “no contamos con ninguna empresa española como proveedora de Naciones Unidas en algunos de los sectores en los que tenemos un mayor volumen de compras como son alimentos y bebidas, combustibles, vehículos de motor y servicios financieros y seguros, y en los que las empresas españolas son muy competitivas”.
A la pregunta de por qué no, intentaba no solo responder, sino poner solución Gerardo Sánchez Revenga, presidente de Aesmide. España logra una cuarta parte de los contratos que tiene Italia. Y la comparación es ucho más terrible si lo comparamos con Francia o Alemania. En las palabras de Sánchez Revenga había una clara necesidad de que el empresario español conozca y se atreva con un macrocontratador como la ONU. Un contratador que tiene enormes ventajas, en opinión del director de operaciones del ICEX, Íñigo Gil-Casares, “solvente, con garantía de pago”. Y muy gastón.
Aesmide es la Asociación de Empresas Contratistas con las Administraciones Públicas, lo que incluye desde las infraestructuras a la logística, e incluso los uniformes de los militares españoles. En la asociación tiene enorme peso la contratación de las áreas de Defensa de la Administración Pública, como delata que fuera el teniente general Luis Villanueva quien presentara a Dovgopoly, o la presencia de los lustrosos uniformes caqui y azul de altos oficiales del Ejército de Tierra y la Armada presentes en el auditorio.
Precisamente los ‘cascos azules’ (peacekeapers) se llevan el 85% del presupuesto de la ONU, imponiendo la paz en más de 70 misiones por todo el mundo. Una de ellas, con enorme protagonismo español, la veterana FINUL en el sur de Líbano. En total, 70,5 billones americanos a gastar en este tipo de operaciones. Alimento, aviones, helicópteros, automoción, comunicaciones, ordenadores, hasta medicinas, para un colectivo multinacional, multicultural y de enorme complejidad. O sea, caro.
Así, con su buena nueva y un pañuelo blanco asomando de su americana negra, mister Dovgopoly animaba con una sonrisa a una nutrido y cualificado auditorio de representantes de empresas españoles. Podía remedar aquella vieja canción de la Orquesta Mondragón: “Viaje con nosotros, si quiere negociar”. Y así, con su corbata amarilla, pasó por Madrid mister Dovgopoly con sus inmensas posibilidades de contratación, como un anuncio de lo más goloso de la Navidad.