lunes, septiembre 23, 2024
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Santander: el temblor del coloso

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El Banco que dirige Ana Botín ha anunciado una reducción de 425 sucursales y los consiguientes despidos que, aunque no han sido calculados, se estima que superarán los mil empleos. Probablemente, ninguna de las dos medidas será especialmente traumática.

Cuando, el Santander cierre estas pequeñas sedes, atendidas ahora por dos o tres empleados y empleadas, las oficinas españolas estarán al nivel de principios de los ochenta, pero España seguirá siendo el tercer país de la Unión Europea en establecimientos, por encima de lo que supone su riqueza.

El rescate ha supuesto un drástico adelgazamiento de la oficina bancaria en España: un 30% de reducción, frente al entorno del 12% en el resto de la Unión Europea.

En materia de empleo el sufrimiento también ha sido notable en la banca española. Aquí somos los quintos de Europa, con una pérdida que triplica a la europea desde 2008. Es bastante probable que alrededor de 1.200 empleos del Santander desaparezcan. Pero es muy posible que la tradicional eficacia de los sindicatos bancarios del Santander establezca mecanismos negociadores que pacifiquen, como ocurrió cuando la adquisición del Banesto, en modo de jubilaciones anticipadas y prejubilaciones, los costes.

El problema para la economía española es que es bastante seguro que este escenario anticipe iniciativas de reducciones de costes y ulteriores fusiones en la banca española. El coloso español está envejecido, pero el resto del sector no presume de juventud radiante precisamente.

La capitalización de la banca europea se ha reducido un tercio desde hace un año. Solo en lo que va de año, el Santander acumula una caída del 22,62%, que es casi de un 45% comparado con el ejercicio anterior.

La Banca no supera la crisis porque la crisis ha superado a la banca. Es cierto que su situación es mejor que en el momento de la crisis y el rescate; pero la terapia seguida ha acabado, junto a otros factores, con el modelo de negocio. Si el dinero no vale nada, los bancos solo son huchas. Unas huchas muy caras que no pueden competir con nuevos modelos de negocio.

Agresión tecnológica

La banca están siendo agredida por una innovación tecnológica de las llamadas disruptivas: es decir, que pueden acabar con sus modelos de negocio. El sistema financiero no puede huir del ataque: la Fintech (tecnología para las finanzas) ha llegado. No se trata solo de que los clientes pongan todo su dinero en una cuenta de Google, que todo llegará, sino de segmentos de mercado que desaparecen paulatinamente.

Más de dos mil millones de euros se han movido fuera del sistema financiero, a través de ordenadores. El segmento de préstamos entre particulares, conectados online, empieza a funcionar en buena parte del mundo. Funding Circle en el Reino Unido o Zencap en España ofrecen ya esta posibilidad. La española Kantox se dedica a ofrecer divisas a pequeñas empresas y Finanzarel descuenta facturas, y un etcétera cada vez más relevante.

La Banca española ha explorado un camino poco competitivo: una escandalosa subida de comisiones a la que no se le ve fin pero que no garantiza futuro.

La estructura de costes de los grandes bancos españoles, empezando por el Santander, y una escandalosa retirada de la política crediticia, no solo ha molestado al Banco Central Europeo sino que éste parece dispuesto a aumentar los requerimientos de capital y solvencia de los bancos españoles. Una reunión ha sido convocada por el BCE al mes que viene para lanzar un par de mensajes a la banca española.

Crisis en Latinoamérica

El Banco de Santander puede haberse anticipado a lo que se le venía encima. Con exigencias de capital sobre la mesa, con crisis en Latinoamérica, especialmente en Brasil, con el cambio de comportamiento de la clientela hacia nuevas tecnologías, el cambio en el modelo de negocio debe ser más rápido.

El llamado nuevo concepto de agencia, el multicanal, no es otra cosa que asesores especializados que delegan la gestión bancaria en los cajeros. Los usuarios pueden gestionar su banca, mientras la banca tradicional trata de captar recursos con instrumentos financieros muy especializados y trata de poner barreras a las entidades que operan en internet.

La banca española, al igual que en el resto de la zona euro, sufre las consecuencias de las bajas tasas de interés, el aumento de la competencia por una cantidad limitada de nuevos negocios, y la amenaza de los participantes Fintech. Para el Santander, y también para el resto de las entidades, la reducción de costes es una de las pocas palancas que quedan para afrontar los nuevos requerimientos de capital que se vienen encima.

Ana Botín ha intentado mantener tranquilo al accionariado con una agresiva política de dividendo, al modo de Alierta en Telefónica. El mes pasado anunció elevar el dividendo al cinco por ciento, tras un año de recortes. El dividendo siempre tranquiliza al accionista, no es tan evidente que tranquilice al Banco Central Europeo.

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