Todo el mundo coincide: el modelo energético español es altamente ineficiente. Tenemos un modelo muy sostenido todavía en combustibles fósiles, con más capacidad instalada de la necesaria; las centrales nucleares están al límite de su vida operativa y la infraestructuras de gas no son rentables y acaparan subvenciones.
Frente a esa situación, la pregunta que los analistas y usuarios nos hacemos es por qué se han frenado las renovables, por qué se persiste en una dudosa apuesta por el gas; por qué no deja de presionarse sobre la fracturación hidráulica ( “fracking”) o cuándo empezaran a cerrarse las nucleares.
La respuesta no es difícil: la resistencia del poderoso oligopolio energético, mimado una y otra vez por las sucesivas reformas legislativas del sector. Se cumplen 30 años desde que la Directiva Europea obligaba a la liberalización y 28 desde que Aznar liberalizó. En este periodo, prácticamente el mercado esta copado por los mismos y los precios son más caros. Un fiasco en el que, gobierno tras gobierno, se han rendido a las presiones del sector.
El poderoso grupo de presión energético ha hecho imposibles las reformas en el sector y ha instalado el principio de que todas las inversiones fallidas no van a costa de los accionistas sino a costa de los consumidores.
¿Por qué el parón a las renovables y tanto pago impropio? Simplemente, porque el factor de carga de las 67 centrales de ciclo combinado no supera el 40% y está arruinando a los que invirtieron en gas. Este año empezaremos a pagar los casi 4.500 millones que nos costará el cierre del almacén Castor (participado en un 66,67% por el Grupo ACS).
Los oligopolios energéticos.
EL 16 de Octubre del 2015, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia cumplió con una de sus obligaciones legales: hacer públicos la relaciones de operadores principales en los sectores energéticos.
Cinco empresas controlan el mercado de la electricidad. Son las tres principales (Endesa, Iberdrola y Gas Natural) las que controlan el 90% de la energía, siendo para las otras dos (Energías de Portugal y Eléctrica de Viesgo) el resto. Las eléctricas son las empresas que más sanciones reciben por abuso de posición de dominio en el mercado y manipular precios. España, considerando costes impuestos e IVA, tiene una de las electricidades más caras de Europa.
Siendo un mercado estratégico, carece de capital nacional dominante. Endesa pertenece a la italiana ENEL; el socio de referencia de Iberdrola es Quatar Investment y tan solo La Caixa y Repsol, mantenían un 60% en Gas Natural Fenosa, que se ha reducido al 40% tras la entrada del fondo GIP creado, entre otros por Credit Suisse y General Electric Company . Las otras dos compañías son controladas también por fondos de inversión.
ENDESA, Iberdrola y Gas Natural, participan también en el sector del gas natural en el que intervienen, además, como operadores Unión Fenosa, que en realidad es Gas Natural al 50%, y Cepsa Gas. El último dato ofrecido por la Comisión Nacional de los Mercados y la competencia revela que Gas Natural y ENDESA copan el 67% de la producción.
En carburantes también son cinco las empresas principales: REPSOL,CEPSA, BP, GALP y DISA. No obstante, Repsol y Cepsa controlan el 90% de la capacidad de refino. CEPSA pertenece íntegramente al grupo IPIC y Repsol tiene como accionistas de referencia a Caixabank y Sacyr. Concentración que supone que en el modelo de “cohetes y plumas” (cuando la cotización internacional sube, los precios se adaptan inmediatamente, pero no cuando bajan), España es de los que la “pluma” baja más despacio o no baja.
La CNMC subraya en su informe de 2015 que la competencia en el sector de carburantes no es satisfactoria: Las grandes dominan toda la cadena de valor. El oligopolio, especialmente en gasolineras propiedad de las refinadoras, lleva a una manipulación de precio evidente: las grandes petroleras emulan los precios de los suministradores 'low cost' allí donde compiten y lo elevan donde no hay competencia. Un litro de carburante en Repsol puede llegar a una diferencia de 22 céntimos.
De grupo de presión a casta
El Historiador Gabriel Tortella, ha venido escribiendo durante años que “este compacto bloque de poder financiero-eléctrico fue una de las herencias que el franquismo legó a la democracia”. Asegura el ya profesor emérito que su presencia “constituye un serio problema económico que trasciende a la política”. La imbricación del poder del sector energético y la política no ha sido resuelta por la democracia sino que sigue suministrando puertas giratorias donde políticos ejercen de auténticos “lobbistas”.
El sector tecnócrata del PSOE tomó posiciones en las antiguas empresas públicas, entre las que se encontraban Repsol y Endesa, o las controladas por el Estado, como Red Eléctrica o Enagas. La exministra Salgado ha acabado en Enel y Borrel en Abengoa. El PP introdujo sus peones en Iberdrola y Enagás. Abengoa y Repsol han hecho de diversas iniciativas del expresidente Aznar su plataforma, mientras Rajoy mantiene su influencia en Enagas y Red Eléctrica. El bloque financiero y político que suponen los oligopolios energéticos constituyen la cara oculta de la casta, y tiene serios efectos en términos de eficiencia económica y de costes para usuarios.
Miguel de la Balsa