lunes, noviembre 25, 2024
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El abuso de las aceleradoras ante un emprendimiento que se desinfla

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Se llaman emprendedores a lo que en realidad son autónomos. “La emprendeduría” pasa a ser un negocio más de los asesores y consultoras que de quienes emprenden una actividad.

El emprendimiento ha sido una de las burbujas posteriores a la crisis financiera. La necesidad de crear autoempleo ha hecho que se ponga en el mismo saco al empleo autónomo que a los que emprenden el camino de crear un start up. El emprendimiento está asociado a la cultura de empresa, la creación de valor añadido, la innovación y la tecnología.

Un bar, un comercio, una empresa de albañilería, pueden ser autónomos, incluso buscar diferenciación en su metodología y productos, pero no son “emprendedores”.  

Mientras los autónomos tradicionales han sido, en general, abandonados a la mano de la economía, hacienda y la seguridad social, las start up han recibido, aparentemente, toda clase de ayudas y han generado todo un entramado de negocios colaterales que, en realidad, viven de la burbuja emprendedora.

La función de las aceleradoras

Entre esos negocios se encuentran las aceleradoras. En el fondo, la mayor parte de ellas son emprendedores buscando hacer negocio sobre la creación de otros emprendedores, pero su valor añadido no parece muy claro.

Una aceleradora es una iniciativa destinada a que cualquier compañía acelere su desarrollo y su crecimiento, lo que implica que se trata de startups en fases más avanzadas. Mediante un programa de un tiempo establecido y un proceso de admisión competitivo, la startup recibe la formación adecuada para dar forma a su idea, establecer un modelo de negocio, diseñar y probar su escalabilidad, conseguir clientes, captar financiación, Cometidos que las aceleradoras españolas no siempre cumplen

Los expertos del sector fijan en unas 200 aceleradoras las que compiten por captar a emprendedores y start-up para facturar y sobrevivir a costa de las nuevas empresas. Aunque la cifra es una estimación que no se sostiene en cifras contrastadas

Un informe de FUNCAS (Creador de Investigación de la Obra Social de la Confederación de Cajas de Ahorro) señala que, en el caso de España, fue Business Booster, con sede en la comunidad Valenciana, la que introdujo el concepto en 2010, lanzando su primera convocatoria en octubre de ese mismo año. Actualmente, España contaría según ese informe, firmado en Mayo de 2017,  con 73 aceleradoras repartidas por todo el territorio. La mayor parte concentradas en Madrid, Cataluña y Andalucía.

El crecimiento del nuevo negocio de captadores de start-up ha puesto en alerta a los emprendedores que han visto en algunas de estas empresas las ansias por hacer negocio más que por ayudar a los futuros empresarios.

A diferencia de viveros e incubadoras, que son en más de un 90% públicas y sin ánimo de lucro, las aceleradoras españolas tienen, en su mayoría, un promotor de naturaleza privada (67%) que busca su rentabilidad, a través de los servicios de consultoría que ofrece, ya que manejan pocos recursos financieros. No existen aceleradoras especializadas

Las aceleradoras tienen un tamaño mediano (el 42% cuentan con un equipo de entre 5 y 10 personas para gestionar la entidad y el 75% tienen un presupuesto anual de inversión menor a un millón de euros), o su orientación generalista, el 91%, no permite especializaciones sectoriales.

Las consultoras y aceleradoras que se aprovechan de los emprendedores más de lo que ayudan son un fenómeno bastante generalizado, denuncian muchos agentes del sector y expertos de las universidades que suelen cumplir el papel de impulsores o incubadoras de proyectos. Cuando se llega a la siguiente fase, la que cumplen las aceleradoras, el mercado se vuelve exuberante y aparecen las malas prácticas

Hay un exceso de aceleradoras para el nivel de emprendimiento  español. Las más conocidas – Lanzadera, del dueño de Mercadona, y Wayra, de Telefónica entre otros-

 Aceleradoras que nunca han acelerado

El negocio de buscar emprendedores para ponerlos en contactos con inversores no parece demasiado complicado y la facilidad con la que crecen las aceleradoras es una demostración. 

La práctica más generalizada es dar un curso, cobrar o quedarse con el 5% de la empresa. Se organizar una “semana del inversor”, y mediante aparentes concursos y competencia, ya  se tiene un negocio organizado.

¿Burbuja de emprendimiento?

El Reta (Régimen Autónomos) cerró el año pasado con un crecimiento neto de tan sólo 15.000 activos. Pese a que con la crisis, muchos desempleados vieron en el autoempleo una salida para escapar del paro, lo cierto es que con la recuperación el incremento de la ocupación se está produciendo especialmente entre los asalariados y no en el trabajo por cuenta propia. De hecho, este año el número de autónomos ha descendido en más de la mitad de las comunidades autónomas.

España tiene todavía pocos emprendedores. Según un estudio del Instituto de Estudios Económicos (IEE) a partir de datos de la OCDE, nuestro país ocupa el penúltimo lugar entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en tasa de empresarios y empresarias incipientes, ya que sólo el 3% de los hombres y un 2,1% de las mujeres lo son, frente a una tasa media del 7,4% entre los varones y del 4,9% entre las mujeres para el periodo 2012-2016 en la OCDE.

Miguel de la Balsa

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