El viernes pasado, OpenAI, la empresa de Inteligencia Artificial (IA) más importante del momento, sorprendía al mundo al anunciar el cese inmediato de su CEO, Sam Altman.
A partir de ese momento se han desarrollado una serie de acontecimientos que, por imposible que parezca, han acabado con Altman de vuelta en OpenAI y con más poder que cuando le despidieron.
Las causas de su despido
Cuando, hace una semana, la junta directiva rescindía el contrato de Altman, lo hacía amparándose en que el CEO no había sido del todo honesto a la hora de comunicarse. Esto había hecho que los directivos perdieran su confianza en él.
Lo que se ha sabido después es la importancia que tenía la información omitida por el CEO a la junta directiva de su empresa.
Horas antes del despido, un grupo de investigadores de OpenAI remitió una carta a la junta directiva, informando de que se había llevado a cabo un importante descubrimiento en relación con la IA. De tanta magnitud, que podría suponer un riesgo para la humanidad.
Se trataría de un avance técnico que permitiría diseñar modelos de IA mucho más potentes que los actuales.
Al parecer, el CEO de la compañía sí había sido informado de esta situación hace ya algunos meses, pero no había transmitido la información a la junta directiva.
No obstante, aunque esta información se ha hecho pública ahora, desde la junta le restan importancia. Alegando que sus motivos para no confiar en Altman no estaban relacionados con este tema.
Las presiones para restituir al CEO en su puesto
Justo tras la salida de Altman de su puesto, comenzaron las presiones por parte de agentes externos para intentar restituir al director ejecutivo en su puesto.
Un 90% de la plantilla de OpenAI firmó un documento a favor de la vuelta del directivo.
Microsoft, que tiene un acuerdo de colaboración con la compañía de IA de más de 10.000 millones de dólares, y los fondos de inversión que han puesto su dinero en OpenAI, también empezaron a ejercer presión para que Altman fuera restituido.
Estas presiones surtieron efecto y, durante el pasado fin de semana, hubo negociaciones entre la empresa y su ex CEO. Sin embargo, este puso como condición imprescindible para volver que se cesara a la junta directiva y se estableciera un nuevo sistema para configurar al equipo directivo. Algo que en OpenAI no aceptaron.
El contrato con Microsoft
Apenas 72 horas después del despido del CEO, Microsoft comunicaba que había contratado a Altman para dirigir su división de Inteligencia Artificial. Destacando, no obstante, que esto no implicaba que rompiera su acuerdo de colaboración con OpenAI.
Junto a Altman llegaron a Microsoft algunos de sus hombres de confianza, que dimitieron el mismo viernes en el que él fue despedido.
La salida de Sam Altman de OpenAI supuso el nombramiento de Mira Murati, directora de tecnología, como CEO interina hasta que la compañía encontrara a alguien para cubrir el puesto de manera definitiva. Pero, al poco de comenzar la semana, la empresa anuncio que ya tenía nuevo director ejecutivo: Emette Sheer, uno de los fundadores de Twitch.
Mientras tanto, la rebelión en OpenAI continuaba, y los empleados amenazaron con irse a trabajar a Microsoft siguiendo a su líder. Microsoft, por su parte, se mostró dispuesta a contratarlos.
La readmisión en OpenAI
Ya el miércoles, todo volvió a dar un giro, cuando se anunció que Altman regresaba a OpenAI, recuperando su puesto de CEO.
Lo hace, además, con más poder del que tenía antes, porque ha conseguido que se inicie el proceso para renovar al consejo de administración de la empresa.
Desde Microsoft se han mostrado satisfechos con la decisión de Altman, destacando que esto garantiza un liderazgo más estable en OpenAI, algo que le interesa de forma directa a la empresa, ya que es una de sus principales inversoras.