El viernes 17 de mayo China comenzará a emitir deuda pública por valor de algo más de un billón de yuanes, el equivalente a 130.000 millones de euros, en bonos soberanos. La particularidad de estos bonos es que son de larga duración a 20, 30 y 50 años. Esta es la cuarta vez en los últimos 26 años que se recurre a esta medida.
El próximo viernes se emitirán los bonos a 30 años. La siguiente semana se ofertarán los títulos a 20 años, y a mediados de junio se pondrán en el mercado los bonos a 50 años. Las subastas se irán produciendo de forma escalonada, y finalizarán en noviembre con un lote final de bonos a 30 años. Lo que no ha desvelado el Ministerio de Economía chino es la cantidad total de bonos que se van a vender.
Una medida frente al estancamiento económico
La venta de bonos a largo plazo se va a utilizar como estrategia para paliar los efectos del estancamiento económico que está sufriendo China.
El país está teniendo dificultades para recuperarse después de la pandemia de Covid-19. La industria ha visto reducida su demanda a nivel global, y esto implica que las factorías chinas venden menos productos al exterior.
Por otro lado, las relaciones comerciales entre Occidente y el gigante asiático no pasan por el mejor momento. El apoyo del Gobierno chino a países como Rusia o Corea del Norte ha llevado a las autoridades estadounidenses y europeas a tomar medidas para reducir su dependencia comercial de China con respecto a ciertos productos, especialmente aquellos que tienen un carácter estratégico, como los microchips.
Además, la demanda interior ha estado en descenso en los últimos años, y la crisis inmobiliaria que atraviesa el país todavía no parece haber tocado fondo.
Todo esto está provocando una insuficiencia de recursos que se quiere paliar ahora con la emisión de deuda pública.
Un cambio en la política económica
La situación internacional y la interna han obligado al ejecutivo dirigido por Xi Jinping a tomar medidas para estimular de nuevo el crecimiento económico.
Las corporaciones locales y regionales están muy endeudadas, y hace unos meses el Ejecutivo redujo su capacidad para emitir bonos. Sin embargo, ahora ha dado un giro a esta política y la pasada semana los gobiernos provinciales emitieron la mayor cantidad de bonos registrada desde el pasado mes de febrero.
Según los analistas de Fitch, la deuda explícita de los gobiernos centrales y locales de China aumentará desde un 56,1% en 2023 hasta un 61,3% del Producto Interior Bruto (PIB) este año. Antes del Covid y del estallido de la burbuja inmobiliaria, la deuda era del 38,5% del PIB.
El informe del Gobierno en el que se anuncia la emisión de los nuevos bonos a largo plazo, destaca que esto forma parte de un plan para “abordar las necesidades financieras de importantes proyectos
en el proceso de construcción nacional”. Con los bonos se busca “respaldar la implementación estratégica nacional y el desarrollo de capacidades de seguridad en áreas clave”.
Desde la prensa local se ha señalado que lo recaudado con la emisión de los bonos va a ir destinado a proyectos de innovación tecnológica, desarrollo integrado urbano-rural, integración regional, seguridad alimentaria, seguridad energética y desarrollo de alta calidad de la población.
El Gobierno chino intenta así alcanzar su objetivo de crecimiento económico del 5% para este año, pero los expertos no creen que vaya a ser suficiente.
Según las proyecciones del Banco Mundial, el ritmo de crecimiento de China se reducirá este año. En 2023 el gigante asiático creció un 5,2%, y para ese año se prevé un crecimiento del 4,5% y del 4,3% para 2025. La entidad advierte que “China apunta a hacer la transición hacia una senda de crecimiento más equilibrada, pero la búsqueda para impulsar motores de demanda alternativos está resultando difícil”.
Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) destacan que la economía china experimentó un fuerte repunte a principios de 2023 con el levantamiento de las restricciones asociadas al Covid-19, pero que el impulso de crecimiento se ha desacelerado. Para esta institución, el principal riesgo a afrontar es la alta tasa de ahorro y un consumo interno que se mantiene relativamente bajo.
Los expertos coinciden en que será necesario algo más que un estímulo fiscal convencional para abordar los desequilibrios estructurales de la demanda agregada.