Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), el gigante taiwanés de semiconductores, ha anunciado una inversión histórica de 100.000 millones de dólares en Estados Unidos.
La decisión, que se enmarca dentro de la estrategia de la compañía para expandir su presencia internacional, fue confirmada en un acto oficial con la presencia del presidente Donald Trump. Un anuncio que supone un hito en la relación entre Taiwán y EEUU en materia de tecnología.
La importancia de los semiconductores y el interés de EEUU en el sector
Los semiconductores son componentes esenciales en la fabricación de dispositivos electrónicos, desde teléfonos móviles y ordenadores hasta automóviles y equipos médicos. En el contexto actual, donde la digitalización y la automatización avanzan a pasos agigantados, la demanda de estos componentes ha crecido exponencialmente.
Durante las últimas décadas, EEUU ha perdido terreno en la fabricación de chips. Mientras en los años 90 dominaba más del 30 % del mercado global, hoy su participación se ha reducido al 12 %, cediendo espacio a potencias como China, Corea del Sur y Taiwán. Esta pérdida de protagonismo ha generado preocupación sobre la dependencia de fabricantes extranjeros y la vulnerabilidad de la cadena de suministro.
Para contrarrestar esta situación, Washington lleva años tomando medidas. En 2022, el gobierno de Joe Biden aprobó la Ley de Ciencia y Chips, que destinó 52.000 millones de dólares en subsidios y créditos fiscales para impulsar la producción de semiconductores en territorio estadounidense. Previamente, la Administración Trump había impuesto aranceles a la importación de semiconductores para incentivar la manufactura local.
La inversión de TSMC en EEUU
La inversión de TSMC en EEUU se destinará a la construcción de cinco plantas de producción de chips y dos instalaciones de empaquetado en el estado de Arizona.
Estas nuevas fábricas estarán diseñadas para producir semiconductores avanzados que serán utilizados en tecnologías de inteligencia artificial, computación de alto rendimiento y otros sectores estratégicos.
En su intervención, el CEO de TSMC, C.C. Wei, afirmó: «esta inversión es una muestra de nuestro compromiso con la innovación y la confianza en el mercado estadounidense». Por su parte, el presidente Trump celebró el anuncio y destacó la importancia de la producción doméstica de semiconductores para la economía y la seguridad nacional.
Las nuevas instalaciones estarán equipadas con la última tecnología en fabricación de chips y se espera que entren en operación a partir de 2027. Según fuentes de la compañía, la inversión no solo fortalecerá la capacidad productiva de EEUU, sino que también generará miles de empleos altamente cualificados en el sector tecnológico.
Impacto geopolítico y económico
La decisión de TSMC de expandir su presencia en EEUU tiene importantes implicaciones a nivel global. Por un lado, fortalece la posición del país norteamericano en la cadena de suministro de semiconductores y reduce su vulnerabilidad ante eventuales tensiones geopolíticas con China.
Por otro lado, representa un desafío para Pekín, que ha estado invirtiendo fuertemente en su industria de semiconductores con el objetivo de reducir su dependencia de tecnologías extranjeras.
Para los expertos, la inversión de TSMC en EEUU puede ser vista como un movimiento para frenar el crecimiento de China en el sector tecnológico y reforzar la alianza entre Taiwán y Washington.
Desde el punto de vista económico, la inversión también tendrá un impacto significativo en la economía local de Arizona. Se espera que las nuevas plantas generen miles de empleos directos e indirectos, impulsando la industria tecnológica y atrayendo más inversiones en el sector. Además, el desarrollo de estas instalaciones fomentará la creación de un ecosistema de innovación en torno a la producción de semiconductores en Estados Unidos.
Reacciones internacionales
El anuncio ha sido recibido con diversas reacciones a nivel internacional. Mientras que en EEUU se celebra como un paso clave hacia la autosuficiencia tecnológica, en China se ha interpretado como una maniobra estratégica para reforzar el dominio estadounidense en el sector.
Algunos expertos advierten de que esta inversión podría incrementar las tensiones entre los dos países en la guerra tecnológica que ambas potencias mantienen desde hace años.
Pekín ha manifestado en repetidas ocasiones su intención de convertirse en un líder en la producción de semiconductores y ha lanzado ambiciosos planes de inversión en el sector. Sin embargo, con esta decisión, EEUU da un paso adelante en su estrategia para recuperar el control sobre la fabricación de chips y reducir su dependencia de proveedores extranjeros.
En los mercados, la noticia ha sido recibida con cierta cautela y las acciones de TSMC abrieron la sesión del martes con una caída del 2,25 %.