Una historia que tenía expectante a todos los medios reunidos. Esta vez, quizá más que ninguna, todos se alegraban de estar allí convocados desde las diez de la mañana, la espera de una hora y media merecía la pena y el relato cautivó.
Ajena a su llamativo estilismo del día, Aguirre comenzó diciendo: «La totalidad de la delegación se encuentra bien. Ahora os voy a narrar mi experiencia».
La presidenta ha contado que a su llegada al hotel se encontró con un amigo de la infancia, el alcalde de Majadahonda, Narciso de Foxá. «Estaba allí porque el día anterior había fallecido su hermano e iba a repatriar el cadáver». «La circustancia de la muerte me sumió en un estado de drama que me dejó ajena a lo que estaba pasando alrededor. Vi caer cristales, pero pensé que se había roto una ventana». Oyó algunos disparos aislados, pero hasta que se convirtieron en una ráfaga continua y vio la cara de pánico del personal del hotel que los arrastraba a refugiarlos no se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. De tal forma que mientras el resto de la delegación madrileña empezó a huir para salvaguardase ellos se retrasaron.
Rápidamente la presidenta y Foxá se cobijaron bajo la mesa de la recepción del hotel; «al agacharme se me salió la alpargata y me torcí el tobillo, lo que me obligó a hacer el resto de la huida descalza». Justifica quizá ese accidente que la presidenta haya lucido en la rueda de prensa unos largos calcetines blancos a modo de venda. La aventura no terminó en la recepción del hotel. «Salimos de la recepción, huimos a las cocinas, luego a la lavandería y finalmente llegamos a un salón de bodas donde había unas doscientas personas refugiadas. Hubo un momento en que crucé charcos de sangre dentro del hotel».
La presidenta cuenta que al llegar al salón informaron de que el hall del hotel estaba en llamas. «Al quedarnos atrás en la recepción, la Policía no nos retuvo en una zona y pudimos salir al coche que nos había traído desde el hotel y aún estaba en la puerta. Después llamamos al Gobierno indio para que dejaran salir del hotel al resto de miembros de la delegación de Madrid que estaban retenidos».
«El peor momento vivido fue en la carretera. Nos dirigíamos al aeropuerto y nos quedamos en un atasco porque había explotado un coche bomba en mitad de la carretera. Lo único que pensé es que en cualquier momento podía explosionar otro coche y nosotros estábamos allí.» A través de vericuetos, relató, el conductor tomó un camino alternativo por el que pudieron salir del atasco y llegar al aeropuerto para hacer el camino de regreso.
El regreso
Esperanza Aguirre asegura que no supo qué estaba pasando en la ciudad hasta que no se montó en el avión y leyó la prensa internacional que informaba de una oleada de atentados terroristas.
Una vez pisado el aeropuerto de Barajas, su marido y sus dos hijos estaban allí para recibirla. «También he llamado a mi madre», cuenta la presidenta.
Tras la familia, toda la comitiva del Gobierno de la Comunidad esperaba su llegada en la sede de la Puerta del Sol. El portavoz regional, Ignacio González, los consejeros de Cultura, Santiago Fisas; Deportes, Alberto López Viejo; Inmigración y Cooperación, Javier Fernández Lasquetty; Sanidad, Juan José Güemes; Presidencia, Justicia e Interior, Francisco Granados, y Educación, Lucía Figar, quien tuvo unas curiosas palabras de bienvenida hacia la presidenta: «¿Te has traído los calcetines del avión?».
Las numerosas personas que la esperaban rompieron a aplaudir, y la consejera de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, Ana Isabel Mariño, le dio un fuerte abrazo. A continuación la saludaron la portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Soraya Sáenz de Santamaría, y el coordinador de Presidencia y responsable de Relaciones Internacionales del partido, Jorge Moragas. Una bienvenida propia para una superviviente.