Reacia a conceder entrevistas y a participar en ruedas de prensa, la escritora prefiere el contacto directo con sus lectores, aunque durante su encuentro con los medios no se negó a responder a ninguna de las preguntas que se le hizo, y tampoco tiene ningún reparo «en hablar -dijo- de lo que tengo ahora en la cabeza».
En este sentido, avanzó que hace ya meses, antes de la explosión de la crisis económica mundial, empezó a plantearse la posibilidad de que fuera un empresario el protagonista de su nuevo trabajo, alguien que se ve en la tesitura de cerrar una empresa, aunque no estaba inicialmente preparado para esa labor.
Es este hombre el que escribirá una serie de cartas a su mujer, no correos electrónicos, según precisa, aunque ella nunca llegará a leerlas.
Insuflarle oxígeno a su personaje
En pleno proceso de documentación, Gavalda, «tan mala en matemáticas», advierte, y tan «incapaz de dar una orden coherente», está modelando este personaje e insuflándole oxígeno para que empiece a andar solo, como ya lo han hecho su Anouk y su Charles Balanda, de El consuelo, su última novela, de la que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo, publicada por Seix Barral en castellano y en catalán por Edicions 62.
«Supongo que los diarios de izquierdas cargarán contra mi nueva propuesta, aunque no sé si la izquierda sigue existiendo hoy en Francia», apostilló.
Como ya ha aseverado en otras ocasiones, Gavalda, a sus 38 años y autora de obras como Juntos, nada más, llevada al cine, y de La amaba, cuya versión cinematográfica está en preparación, es partidaria de curiosear siempre en todos los ámbitos y subraya que «la curiosidad intelectual es la mejor crema regeneradora».
Sin embargo, reconoce que todas las personas «tenemos un límite» y que el suyo, a nivel literario, y por el momento, son los adolescentes.
Así, indicó que tiene muchas ganas de meterse en la piel de uno de ellos y escribir «desde ahí». «No sé si seré capaz, porque yo no he vivido esa etapa y pasé a la edad adulta desde la infancia, sin transición», comentó.
La única manera de transformarse en uno de esos jóvenes chavales egocéntricos que pivotan sobre sí mismos, y escarbar en su alma sería, en su opinión: «entrar en su teléfono móvil y decirle que es para escribir un libro, con lo que él me miraría de forma extraña y me preguntaría, ¿para qué?».
Sobre las críticas
Respecto a las críticas que reciben sus novelas, en las que en ocasiones se le reprocha que sus finales tengan siempre un toque positivo, mantiene Gavalda que la crítica francesa ha sido «en algunos momentos dura» con ella, «de la misma manera -añade- que uno es más permisivo con los niños de los otros que con los suyos propios».
De todas formas, precisa que nunca, y «no por menosprecio», ha llegado a leer una crítica hasta el final. «Quizá porque soy extremadamente sensible».
Por otra parte, insistió en que ‘El consuelo’ no quiere verlo en versión cinematográfica, aunque podría cambiar de opinión si pudiera encargarse directamente del guión, porque sí cree que podría ser «una película fantástica».