Srimuang, ex gobernador de Bangkok y general del Ejército en la reserva, hizo esa advertencia un día después de que el primer ministro Somchai Wongsawat, declarara el estado de excepción en los aeropuertos de Suvarnabhumi y Don Muang, y diera instrucciones a la Policía de llevar a cabo el desalojo de los manifestantes con el apoyo de efectivos de la Fuerza Aérea y la Armada.
A primeras horas de la mañana de este viernes, la Policía comenzó a negociar con los cabecillas de la Alianza en un intento de evitar el empleo de la fuerza para desalojar a los manifestantes de los dos aeropuertos que controlan desde hace dos días. «Les estamos pidiendo que permitan al aeropuerto reanudar sus operaciones. Seguimos hablando, pero si esto falla tomaremos otras medidas. La última será dispersarles», declaró a la prensa el jefe negociador de la Policía, Suchart Muenkaew.
Las advertencias de la Policía no parece que vayan a doblegar a los congregados, que según Suriyasai Katasila, uno de los principales cabecillas, «lucharán hasta la muerte» antes de abandonar las terminales de los dos aeropuertos.
Los partidarios de la Alianza han establecido controles en las carreteras de acceso a los aeródromos ocupados, en los que jóvenes enmascarados y vestidos de negro, armados con porras y palos de golf, dan el alto a todos los vehículos para impedir que se infiltren efectivos de las fuerzas de seguridad.
Mientras proseguían las conversaciones, un centenar de agentes de la brigada antidisturbios se posicionaron cerca del hotel Novotel, situado a unos 300 metros la terminal de Suvaranabumi, donde varios miles de seguidores de Alianza parecían celebrar una fiesta. «Vamos a luchar, aquí no hay miedo» dijo Mookdawan Wathony, estudiante de 20 años, en medio del bullicio que vive en el moderno aeropuerto capitalino.
El envío de agentes a las proximidades del aeropuerto de Suvarnabhumi se llevó acabo pocas horas antes de que el Gobierno destituyera de forma fulminante al director de la Policía nacional, general Phatcharawat Wongsuwan, sin explicar las razones.
Traslado del Gobierno
Entretanto, el primer ministro Wongsawat, instalaba de forma indefinida, su centro de Gobierno en la ciudad de Chiang Mai, al norte del país, en respuesta al acoso de los manifestantes y las discrepancias con el Ejército. Wongsawat, quien desde que asumió el cargo a principios de septiembre no ha podido emplear el palacio de Gobierno de Bangkok, que ocupan los manifestantes, se vio forzado a viajar el miércoles a Chiang Mai, después de que los dos aeropuertos capitalinos cayeran bajo el control de la Alianza.
«El primer ministro no tiene planes de regresar a Bangkok a corto plazo debido a que existe cierta incertidumbre acerca de los movimientos de los militares», dijo en rueda de prensa el viceportavoz del Gobierno Suparat Nakboonnan.
En Chiang Mai, a donde también se han trasladado algunos miembros del Gabinete, Wongsawat despacha por teléfono y videoconferencia con sus colaboradores y destacados funcionarios de la Administración, que continúan en la capital tailandesa. «Todos los movimientos del primer ministro se mantienen en secreto por motivos de seguridad», apuntó el viceportavoz gubernamental.
Chiang Mai, a unos 600 kilómetros de la capital, es una plaza fuerte del Partido del Poder del Pueblo (PPP), que lidera Wongsawat, y a su vez ciudad de la que es originario su cuñado, el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, depuesto hace dos años por medio de un golpe de Estado.
Wongsawat excluyó el pasado jueves al Ejército de la operación de desalojo ordenada bajo el estado excepción, medida contra la que se opuso el general Anupong Paochinda, jefe supremo de las tropas terrestres.
El traslado del centro de gobierno a Chiang Mai ocurrió en medio de intensos rumores sobre un golpe de Estado, y después de que el general Paochinda instara al primer ministro a disolver el Parlamento y convocar elecciones como solución a la profunda crisis política en la que está inmersa Tailandia.
El Gabinete de Wongsawat es ambulante desde que hace tres meses los manifestantes ocuparon el elegante palacio de Gobierno, para convertirlo en un ameno campamento antigubernamental.