En un comunicado conjunto, ambos sindicatos critican que, «ante las primeras dificultades de acceso a la financiación o de descenso de la demanda», los empresarios iniciaron un paulatino recorte de las plantillas, con la decisión de no renovar los contratos temporales o de realizar despidos individuales, a lo que ha seguido la «presentación indiscriminada» de los ERE.
En muchos casos, alertan, estos expedientes se ejecutan sin que se produzca ninguna negociación con los trabajadores al no existir representación sindical en muchas empresas.
Por ello, exigen una «mayor capacidad de intervención y una mayor coordinación con la autoridad laboral», a la que instan a intensificar la «vigilancia de la causalidad de los expedientes», especialmente en las empresas donde no haya representación sindical.
Asimismo, demandan una mejor coordinación y mayor agilidad en las medidas financieras acordadas para favorecer la viabilidad de las empresas aragonesas.
En este contexto de «crisis y deterioro del empleo», UGT-Aragón y CCOO-Aragón han decido convocar una serie de movilizaciones conjuntas para «exigir la defensa de los puestos de trabajo y demandar un empleo y condiciones de trabajo de calidad», así como el reforzamiento de la «red de protección social para el conjunto de los trabajadores».
Ambas organizaciones sindicales coinciden en señalar que, tras una larga etapa de crecimiento económico, se ha entrado «bruscamente en una situación de crisis sin precedentes, por su amplitud y profundidad».
En su opinión, «la economía global, salvo la de algunos países que permanecen en niveles intolerables de subsistencia, ha crecido de un modo pernicioso», con un aumento generalizado del consumo y del precio de la vivienda, los alimentos y las materias primas, que han producido un incremento de la inflación que ha tratado de controlarse mediante la subida de los tipos de interés.
En este contexto, «las familias y los trabajadores vuelven a ser los principales perjudicados» porque no han podido participar de la riqueza generada en igual medida que las rentas de capital, y ahora son «los primeros en sentir y padecer las consecuencias».