lunes, diciembre 2, 2024
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Sarkozy libera 26.000 millones

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Muy aficionado a la simbología, y cuidando sus intervenciones hasta al mas mínimo detalle, Nicolas Sarkozy llevaba semanas preparando su intervención de este jueves en Douai, la villa donde realizó su primer discurso presidencial (2006) y cuyo nombre será asociado ahora también al «plan de relanzamiento» de la economía francesa y que según su promotor, tendrá «efectos inmediatos».

Lo de «inmediato» está todavía por ver, porque ningún experto económico tiene la varita mágica necesaria para pronosticar algún rápido cambio de tendencia en la evolución de la economía. Pero Sarkozy tiene razón cuando explica la «filosofía» de su plan de 26.000 millones de euros (1,3% del PIB galo): no cabía otra solución, puesto que «no hacer nada nos costaría muchísimo más caro».

Con unos 15.500 millones de euros de inversión pública suplementaria, lo que propone el presidente galo es simplemente hacer que todo el aparato público (Estado, regiones, instituciones locales y empresas públicas) desempolve y acelere la aplicación de un montón de proyectos estructurales y otros que llevaban tiempo olvidados en los armarios o sin dotación presupuestaria.

La vivienda y el sector automóvil, colocados en el «epicentro de la crisis», son los que más ayudas directas van a recibir. Así, tras la compra anunciada en octubre de 30.000 pisos cuya construcción estaba paralizada, habrá ahora mayores facilidades de «prestamos con 0% de interés» para el acceso a la vivienda y en 2009/2010 se construirán 70.000 pisos financiados por el Estado.

Los fabricantes de automóviles, que tendrán que sanear los stocks antes de relanzar las cadenas de producción, también han obtenido lo que querían: que el cambio de un coche con más de 10 años de antigüedad por otro nuevo tenga una «prima» de 1.000 euros (frente a los 300 euros actuales). La medida estará en vigor hasta finales 2009 y su coste podría alcanzar los 200 millones euros.

Pero Sarkozy previene que lo que se trata es de ayudar la economía nacional, no las economías de los países vecinos… Es por ello, que los fabricantes con la producción delocalizada en España, en Turquía, en la Europa del Este, etc., no podrán contar con la ayuda del Estado, que pondrá además unos 300 millones de euros para favorecer el lanzamiento de nuevos coches más ecológicos.

Puesto que lo importante es sacar a la luz un gran numero de proyectos de inversión ya aprobados pero que dormían en los armarios – y llamados a tener así «efectos inmediatos» sobre la economía y el empleo – Sarkozy va «acelerar» la construcción de nuevos hospitales y de nuevos tribunales, de cuatro líneas ferroviarias de alta velocidad, del canal Sena-Norte de Europa, etc…

Y tras las grandes sumas invertidas en el saneamiento y en la recapitalización de los bancos (los 3.000 millones de euros invertidos en Dexia, la aportación de 40.000 millones de euros en fondos propios, los 320.000 millones de euros garantizados por el Estado para relanzar el crédito interbancario…), el plan de Sarkozy tenía que contemplar también algunas ayudas a las familias modestas.

Así, los 3,8 millones de «beneficiarios» de la «Renta de Solidaridad Activa» (RSA), que fue una iniciativa de Sarkozy, recibirán la próxima primavera una ayuda adicional de 200 euros, con que el «esfuerzo» del Estado a favor de las familias mas necesitadas – en un país que cuenta unos 8 millones de persones por debajo del umbral de la pobreza – será de 760 millones de euros.

Para hacer justicia a Sarkozy, habría que sumar aquí igualmente el esfuerzo realizado por la Seguridad Social, cuyos gastos se van a disparar el próximo año un 4% (17.100 millones de euros suplementarios, sobre un total de 441.000 millones, el 150% del presupuesto del Estado), lo que representa ocho veces más que la progresión prevista del PIB, que es solo del 0,5%.

Y habrá también 11.500 millones de euros suplementararios, para el «apoyo financiero» a las pequeñas y medias empresas (PME), que son las que más empleo crean y igualmente las que más sufren con el corte drástico de los créditos bancarios y que ya contaban, desde inicios de octubre, con un «inyección» de 22.000 millones de euros de liquidez.

La idea de Sarkozy, cuya popularidad en Francia continua bajo mínimos, en contraste con la su buena imagen exterior por la labor desarrollada como presidente de turno de la Unión Europea, es pues muy sencilla: después de las cuantiosas medidas a favor de los bancos, había que ayudar a la economía real y a las familias, «para frenar la crisis y sus consecuencias sociales».

Eso si, la vuelta al equilibrio presupuestario deja de ser una prioridad nacional. Con la nueva inversión pública anunciada en Douai y que según los cálculos de los consejeros económicos de Sarkozy aportará un 0,6% al crecimiento del PIB, el próximo año el déficit público alcanzara el 3,9%, frente al 3,1% previsto hasta ahora, y no bajara del 3% antes de 2013/2014, en vez de 2011/2012.

Hay que recordar que el «relanzamiento económico» fue mucho tiempo una cuestión tabú para el gobierno francés. Lo mismo que para su amigo José Luis Rodríguez Zapatero, que se reisitía a pronunciar la palabra «crisis», Sarkozy entendía que para salir a flote, el aparato económico galo slo necesitaría un par de medidas puntuales y no, como ahora, una ayuda de gran dimensión.

De ahí, la dramatización del discurso sarkoziano: tras haber fracasado en su intento de convencer a Angela Merkel para apoyar un «plan relanzamiento europeo» y unas medidas coordenadas entre Paris y Berlín, Sarkozy alertó en Douai que «esta crisis estructural va a cambiar por mucho tiempo la economía, la sociedad y la política» y que «el mundo de mañana será muy diferente al de ayer».

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