Las declaraciones de Obama se producen en un momento de especial intensidad en el Congreso, que ha negociado con la Casa Blanca durante este todo el fin de semana cómo ayudar a la industria del automóvil, que está ahogada por la caída de ventas y el endeudamiento.
En la entrevista, el presidente electo aseguró que los «Tres Grandes de Detroit», como se conoce a Ford, General Motors y Chrysler, han cometido en el pasado «errores estratégicos de manera repetitiva. No han manejado la industria como debían».
«Yo he sido un crítico muy duro, porque (estas empresas) no han sabido adaptarse a los nuevos mercados, y construir coches más pequeños y eficientes». No obstante, reconoció que estas firmas son «la espina dorsal de la industria manufacturera de este país, son un empleador gigantesco, millones de personas dependen de ellas, directa o indirectamente».
Por tanto, «no podemos dejar que se hundan», dijo, pero aclaró que, a cambio, las empresas tendrán que hacer grandes sacrificios. «Debe haber ajustes a todos los niveles, desde la dirección, los acreedores, los accionistas… todos tienen que entender que el modelo de negocio que poseen no es sostenible», dijo.
«Y si quieren que los contribuyentes vayan a su rescate -advirtió- no pueden dejar de lado los cambios que tenían que haber hecho hace 20 ó 30 años, y reconocer que en el futuro, la industria no será tan grande como ha sido en las últimas décadas».
En este sentido, uno de los senadores de más alto rango, el demócrata Chris Dodd, que preside el Comité de Banca, indicó que las tres empresas tienen que cesar a sus directivos, a cambio de recibir ayuda.
En una entrevista con la cadena CBS, Dodd dijo que el rescate les puede ayudar a corto plazo, pero en un periodo más amplio, manifestó que Chrysler posiblemente acabará fusionándose con otra empresa.
Un plan bajo fuerte supervisión
El senador dijo que las negociaciones están avanzadas y que el acuerdo podría llevarse al Congreso en los próximos días. En este sentido, Obama aseguró que el plan de rescate se realizará bajo una gran supervisión, para evitar que «les demos 15.000 ó 20.000 millones, y dentro de seis meses vengan a pedir más».
El presidente electo se quejó de que, pese al deterioro del sector y al despido de miles de personas en los últimos años, los ejecutivos de las compañías han seguido cobrando sueldos que estaban «fuera de lugar».
Dijo que una de sus metas cuando acceda al Gobierno será introducir una nueva «ética de los negocios», para evitar este tipo de situaciones.
«Si eres un directivo que cobras al año varios millones de dólares, y a la vez estás despidiendo gente, entonces debes renunciar a parte de tus remuneraciones», agregó Obama, a modo de ejemplo.
Durante el fin de semana, la Casa Blanca y los líderes del Congreso están tratando de llegar a un acuerdo sobre cómo ejecutar la ayuda que pide el sector, si bien no alcanzará los 34.000 millones que solicitaron los directivos.
El acuerdo de principios al que han llegado hasta ahora contempla que se les pueda entregar unos 15.000 millones de dólares, siempre y cuando las empresas cumplan con sus planes de reestructuración prometidos.
El borrador del plan, según informa The Washington Post, contempla la creación de la figura de un supervisor, un «zar del motor» que, desde el Gobierno, supervise que las empresas cumplen los requisitos establecidos para recibir el dinero.
Entre los puntos que discuten ahora la Casa Blanca y el Congreso es quién nombra a este supervisor todopoderoso, que posiblemente dependerá de Comercio.
La Casa Blanca quiere que sea nombrado inmediatamente por George W.Bush, en tanto que la mayoría demócrata del Congreso quiere que sea Obama el que lo designe una vez tome posesión, el próximo 20 de enero.