El presupuesto para la temporada 2008-2009 recibió también el visto bueno de los socios con 564 votos a favor, 517 en contra y 32 abstenciones. La Asamblea respaldó a su vez el mantenimiento de las cuotas sociales y el nombramiento de los nuevos miembros de la junta electoral y de la comisión de disciplina.
La votación de las cuentas, a mano alzada pese a las peticiones para hacerla en urna, se produjo después de que el vicepresidente José Ignacio Rivero defendiera unos ingresos de 366 millones de euros, un beneficio de 51 millones antes de impuestos, como cierre del ejercicio anterior y un presupuesto para 2008-2009 que prevé 400 millones de euros de ingresos y un beneficio de 54,8 millones.
El debate provocó importantes momentos de tensión en el Palacio Municipal de Congresos, como cuando el presidente no pudo terminar, por los primeros abucheos de la sala, una explicación tras la intervención de un compromisario que pidió el voto en contra.
Rivero presentó, según dijo, unas «cuentas realizadas con honestidad y rigor y auditadas por Ernst & Young», defendió que el crecimiento de ingresos y la contención del gasto permiten un resultado de explotación antes de amortizaciones de 96 millones de euros y presentó un presupuesto «ambicioso pero prudente».
«Gastamos menos de lo que ingresamos y la deuda es de 199 millones de euros. Esta es la cifra que sacaría cualquier muchacho que sepa lo mínimo de balance. Decir que son 500 millones es un disparate. No es muy difícil de entender si se pide aclaración, pero si se tiene mala intención… La ignorancia hay que curarla explicando», dijo con vehemencia.
El vicepresidente, que apuntó que «los bancos ofrecen al Real Madrid créditos en un mundo donde no hay un crédito para nadie» y que es «el club número uno del mundo en ingresos y la marca más valiosa a nivel mundial», aseguró que «el club tiene unos fondos propios de 176 millones» y rechazó que haya que vender patrimonio.
«¿Pero de qué me hablan? si tenemos tesorería de 100 millones. La deuda financiera la podríamos cubrir con los fondos propios y también con la tesorería. Si cualquiera es capaz de demostrar que lo que va a decir es verdad, inmediatamente presento mi dimisión», anunció.
Los datos de Rivero tuvieron buena acogida en los primeros 17 socios que intervinieron, pero el debate generó gran tensión cuando el socio Alberto Villaverde habló de «descalabro» y su alocución fue interrumpida porque la mesa bajó el sonido del micrófono.
Calderón quiso contestar al compromisario desde la mesa, pero los abucheos se lo impidieron. La palabra dimisión sonó entonces por primera vez, y no fue la única, en el Palacio Municipal de Congresos, donde también se escucharon gritos de «presidente» en apoyo a Calderón, antes de que Eugenio Martínez Bravo, portavoz de la opositora «Plataforma Blanca» subiera al estrado.
«Los gastos crecen más rápido que los ingresos. Nos han mostrado la verdad que ustedes quieren con maquillaje contable en los ingresos extraordinarios por 82 millones de euros, que no han entrado en caja. Esto es legal, pero es una chapuza financiera, si no lo hicieran nos presentarían 50 millones de pérdidas», dijo.
Tras insistir en que «la deuda, el pasivo exigible, suma 511 millones de euros» y en que «en el fondo de maniobra negativo faltan más de 120 millones de euros», Martínez Bravo mostró la tarjeta roja del no a la directiva antes de abandonar el estrado.
«Lo aviso y lo digo aquí, o votamos no y decimos basta a esta gestión o no pasará mucho tiempo para que tengamos que vender patrimonio del club. Creo en los auditores pero no en usted, que pasará a la historia por la crisis en que ha instalado al Real Madrid. Necesitamos un cambio y hoy vamos a dar un ejemplo, sin insultar a nadie, diciendo no», concluyó.
Dos días después de postularse como candidato a la presidencia, Martínez Bravo pudo hablar sin interrupciones al contrario que otros compromisarios, que reprocharon a Calderón actuar como presidentes a los que se opuso cuando se les apagó el micrófono o fueron invitados a dejar el estrado por salirse del orden del día.
Pasadas cuatro horas y media de Asamblea y acabadas las más de 50 intervenciones de los compromisarios, algunas para pedir el voto en urna y no a mano alzada, el vicepresidente Ribero volvió al estrado para «ofrecer» su «dimisión» si algún socio era «capaz de demostrar que hay un error» en las cuentas finalmente aprobadas.