Ford se encuentra en una situación algo más desahogada y podría no necesitar participar del rescate del Gobierno, al menos en esta primera fase, según fuentes del sector.
Con esta ayuda, las automovilísticas podrán seguir operando hasta marzo, fecha en la que tendrán que pactar con el nuevo Congreso y el Gobierno de Barack Obama unos nuevos planes de viabilidad a largo plazo.
También dará a las empresas tiempo para poder renegociar las prestaciones sociales y laborales con sus sindicatos, así como sus obligaciones con sus propios acreedores.
En una rueda de prensa, el subjefe de Gabinete de la Casa Blanca, Joel Kaplan, dijo ayer que aunque las empresas del motor reciban ayudas, ello «no es licencia para que continúen con una mala gestión (empresarial) y malos planes de negocios».
Existe la amenaza de que los republicanos puedan torpedear la votación en el Senado, donde los demócratas no tienen los 60 votos mínimos necesarios para superar las tácticas dilatorias de la minoría.
Sobre ese posible escenario, Kaplan insistió en que el proyecto de ley tiene suficientes salvaguardas y que la propia Casa Blanca ha insistido desde el principio de las negociaciones sobre la urgencia de la «viabilidad» del sector.
Una vez aprobado por el Senado, el proyecto de ley sería enviado al despacho presidencial, con el objetivo de que las empresas reciban el salvavidas la próxima semana y puedan mantenerse a flote al menos hasta marzo del 2009.
Para el 31 de marzo, las tres empresas deben detallar un plan de viabilidad a largo plazo, y el acuerdo prevé que se suspenda la ayuda a las compañías que no cumplan con los requisitos trazados.
«El arduo trabajo bipartidista ha surtido efecto», dijo triunfalista el senador demócrata Carl Levin, cuyo estado de Michigan es sede central de las tres grandes empresas automotrices.
Aunque el paquete de rescate no se acerca a los 34.000 millones de dólares que pidieron la semana pasada las tres empresas, sí es suficiente para que éstas eviten el despido de millones de trabajadores.
Además, entre otros elementos, los demócratas accedieron finalmente a que el dinero salga de un fondo a cargo del Departamento de Energía para la fabricación de autos más eficientes y ecológicos.
A cambio de la intervención del Gobierno, las empresas tendrán que rendir cuentas a un ‘zar del auto’, designado por la Casa Blanca, y el Gobierno se convertiría en el principal acreedor y accionista de las compañías.
Ese ‘zar del auto’ tendrá plenos poderes para supervisar el manejo de los fondos y la reforma del sector automotriz, incluso puede suspender el desembolso del dinero si no hay suficientes progresos en esa materia.