Cuando anunció esta operación, el pasado 14 de octubre, el Santander aseguró que estaba «jugando en la parte más segura de la industria» financiera del país.
Aunque insistió entonces que la cartera crediticia del Sovereig estaba «bastante limpia» de activos tóxicos relacionados con las hipotecas de alto riesgo, reconoció que tendría que provisionar cerca de 2.000 millones de dólares.
El grupo que preside Emilio Botín aprovechó la fuerte caída que han experimentado las bolsas para lanzarse a la compra del 75 por ciento del banco que no poseía.
De hecho, ahora invertirá 1.800 millones de dólares, cuando en el 2005 tuvo que desembolsar 2.400 millones sólo por el 19 por ciento de la entidad. Después amplió este porcentaje al 24,4 por ciento.
El Grupo Santander tiene el objetivo de que Sovereign sea rentable para los accionistas al tercer año de su adquisición.
Para ello, anunció un plan de recorte de costes con el objetivo de que deje atrás las pérdidas y el próximo año vuelva a beneficios, que se elevarán a 750 millones de dólares en 2011.
Así, en los tres próximos años, Santander prevé reducir los costes en 215 millones de dólares, al tiempo que venderá 10.000 millones de dólares en activos crediticios no estratégicos y en la cartera de valores.