Mosley dio su opinión sobre la situación actual que vive la Fórmula Uno y, entre otras afirmaciones dijo que «Honda se ha ido de la Fórmula Uno porque no vende los coches que tiene que vender y no hay ninguna garantía de que cambie la situación, que afecta a otros fabricantes», dijo.
Casi de inmediato agregó que si los fabricantes no consiguen levantar las ventas «entonces nos tendremos que preparar para otros abandonos de la competición, pero no sólo en la Fórmula Uno, sino también en otras áreas deportivas del motor».
Además reconoció que el éxito de la Fórmula Uno actual se fundamenta en la optimización de cada una de las piezas de un monoplaza, por pequeña que sea y eso es «extremadamente caro».
Como ejemplo de su corroboración, Max Mosley citó el caso en que la mayoría de las escuderías se gastan 1.000 dólares en cada una de las llantas de sus coches, que se importan desde California (Estados Unidos) y de las que aproximadamente se emplean 1.000 unidades a lo largo de la temporada, lo que ya representa un gasto de más de un millón de dólares sólo en ese concepto.
«Es más de un millón de dólares en algo que no resulta discernible para el espectador y que tampoco repercute directamente en el espectáculo», aseveró Mosley.
Entre las conclusiones más críticas, Max Mosley afirmó que todos los esfuerzos se centran en la ligereza de los monoplazas y en la utilización de «materiales exóticos» que desde su punto de vista «han creado una mentalidad en la Fórmula Uno en la que los ingenieros sólo están satisfechos con el refinamiento y no buscan la innovación. Eso es lo que está destruyendo la Fórmula Uno», sentenció el presidente de la FIA.
Muy crítico en todo momento, Max Mosley puso como ejemplo positivo la aparición del KERS (Kinetic Energy Recovery System) al asegurar que, al final, «hemos encontrado un grupo de ingenieros que trabajan por mejorar con sistemas innovadores», mientras reconocer que otros «como Ferrari, dicen que no quieren el KERS porque es demasiado complicado».
A lo que contesta de manera contundentes con una pregunta «¿se imaginan ustedes a grandes ingenieros de la Fórmula Uno como Chapman o Duckworth diciendo ‘no puedo hacerlo porque es muy complicado’?».
En esa línea en todo momento, Max Mosley finalizó su intervención asegurando que era necesario recortar gastos en la Fórmula Uno, «estabilizar el sistema con un motor base para todos los monoplazas y la misma caja de cambios», a la espera, según indicó de «encontrar una nueva energía eficiente que, sin duda, será el futuro».