miércoles, noviembre 6, 2024
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El plan de rescate de Detroit yace moribundo en el Senado de EEUU

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Fuentes legislativas consultadas ayer por Efe explicaron que, por el momento, tanto demócratas como republicanos continúan negociando «asuntos de procedimientos» y no hay fecha ni hora para la votación del proyecto de ley que contiene el salvavidas.

La oficina del líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, no descarta que esa votación se postergue hasta el fin de semana.

El plan sufrió un revés después de que el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, indicara ayer que votará en su contra.

Los demócratas sólo tienen 50 escaños en el Senado, no los 60 votos obligatorios para frenar las tácticas dilatorias de la minoría.

McConnell repitió el temor de muchos republicanos de que el plan no ofrece garantías para la viabilidad a largo plazo de General Motors (GM), Ford y Chrysler.

El mayor «defecto» del plan, señaló, es que «promete dinero de los contribuyentes a cambio de reformas que pueden o no ocurrir mañana».

Agregó que, en vez de pedirles que «subsidien un fracaso», los estadounidenses merecen garantías de que su «inversión» producirá unas empresas «más eficientes y más sólidas que no necesiten más ayuda de los contribuyentes en tan sólo unos cuantas semanas o meses en el futuro».

El consenso es que, sin el préstamo, el colapso de las compañías agravaría la crisis económica con la pérdida de millones de empleos.

GM es el que afronta la mayor urgencia, y Ford ha dicho que no usaría los fondos a menos que empeore la situación.

Pese al escenario «catastrófico», no hay acuerdo sobre cómo reformar y promover la viabilidad de la industria automotriz, aquejada de una enorme deuda, la congelación del crédito, la caída en ventas, y un público reacio a otro plan de rescate.

McConnell considera que la propuesta del senador republicano de Tennessee, Bob Corker, mejoraría con creces el plan de rescate.

«Mi propuesta es muy sencilla: encontremos el dinero que piden las empresas, pero exijamos a cambio condiciones», dijo Corker, cuyo estado tiene una planta de GM.

Su propuesta obliga a las empresas a trazar, a más tardar el 15 de marzo del 2009, un plan detallado para reducir su deuda en dos tercios.

También pide que los Tres Grandes de Detroit ajusten sus costos laborales para que se equiparen a los de sus rivales extranjeros, como Nissan, Toyota y Honda.

El Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz (UAW) teme que sus miembros sean «chivos expiatorios», al señalar que el costo laboral es alrededor del 8%.

La medida de Corker además pide que parte de los pagos que realicen las empresas a los gremios incluya acciones.

Por ahora, de nada han servido las presiones de la Casa Blanca para que los republicanos permitan siquiera la votación del plan.

El mismísimo vicepresidente Dick Cheney, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Joshua Bolten, y el secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, han presionado a los legisladores considerados como huesos duros de roer.

También el presidente electo, Barack Obama, se sumó ayer al llamado para que el Congreso apruebe el plan esta semana.

«No podemos simplemente asistir al colapso de esta industria como observadores, porque eso conduciría a un efecto dominó devastador en toda nuestra economía», advirtió Obama en rueda de prensa en Chicago.

El monto es inferior a los 34.000 millones de dólares solicitados por las empresas de Detroit pero los legisladores creen que basta para mantenerlas a flote hasta marzo del 2009.

GM agradeció el apoyo de la Cámara Baja y dijo en un comunicado, en el que dice que la medida «nos acerca más a proteger los empleos y la creación de una industria automotriz estadounidense más competitiva para mantener la vitalidad económica de EEUU».

También pidió celeridad en la votación del Senado pero, por ahora, esa plegaria cae en oídos sordos.

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