Titulado «Right to die» ( Derecho a morir ), el documental, que fue realizado por el cineasta canadiense John Zaritsky, despertó una fuerte polémica en Gran Bretaña, donde grupos que se oponen a la eutanasia lo tildaron de «voyeurismo macabro».
Padre de dos hijos, Ewert, un ex profesor universitario de informática que residía en Yorkshire, Inglaterra, padecía una enfermedad neuronal motora degenerativa incurable, que lo dejó completamente paralítico en cuestión de meses.
Reacio a pasar el resto de su vida en lo que calificó de una «tumba con vida», en alusión a su cuerpo, el enfermo viajó a Suiza e ingresó en una clínica de Dignitas, una organización especializada en suicidio asistido. Esta organización ayudó el año pasado a 141 personas a quitarse la vida. Allí, Ewert murió en compañía de su mujer, Mary, con quien compartió los últimos 37 años de su vida, y le permitió a Zaritsky, ganador de un Oscar, filmar su suicidio.
«Me gustaría seguir adelante, pero realmente no puedo. Cuando estás totalmente paralizado, no puedes hablar, no puedes andar, no puedes mover los ojos. ¿Cómo le haces saber a alguien que sufres? Habría sido un infierno», expresa el ex profesor de informática en el documental.
Una enfermedad incurable
Y agrega: «Si no lo hago ahora, me decido por sufrir, por reforzar el sufrimiento de mi familia y por morir de una manera claramente más dolorosa».
A continuación, los responsables de Dignitas, que le cobraron a Ewert 4500 dólares por ayudarlo a morir, le suministran una mezcla de sedantes letal que el enfermo absorbe con una pajita rosa, dado que sus brazos ya estaban paralizados, y luego acciona con la boca un reloj con temporizador, que desactiva la respiración asistida 45 minutos después. Poco antes de cerrar sus ojos para siempre, Ewert se despide con un simple «gracias».
Ya antes de su emisión, el documental generó una fuerte polémica en Gran Bretaña, en donde fue duramente condenado por organizaciones antieutanasia, como Asistencia, No Muerte, cuyo director, Peter Saunders, lo tildó de «voyeurismo macabro» y de «intento cínico de impulsar los índices de audiencia televisiva».
Pro Vida lo denuncia
Por su parte, Domenica Roberts, de la Alianza Pro Vida, afirmó que resulta «triste y peligroso mostrar este tipo de cosas en televisión», ya que se envía el mensaje de que la vida de algunas personas «no tiene ningún valor».
El caso llegó incluso al debate parlamentario que se realiza todos los miércoles en la Cámara de los Comunes, donde el primer ministro británico, Gordon Brown, afirmó que «detrás de estos temas muy difíciles hay familias e individuos en circunstancias muy complejas que deben tomar decisiones terribles que nadie querría tomar».
«Pero -continuó-, específicamente sobre el programa, creo que es muy importante que estos temas sean tocados de forma inteligente y sin sensacionalismo. Espero que los canales recuerden que tienen una responsabilidad para con la audiencia pública, y por supuesto, la temática será evaluada por los organismos de control de la televisión.»
En tanto, Barbara Gibson, la directora del canal Sky Real Lives, que emitió el documental, defendió el film al argumentar que éste da una visión informativa, elocuente e instructiva» del tema.
El suicido asistido está tipificado como delito en Gran Bretaña y acarrea una pena máxima de 14e años de cárcel. En Suiza, por el contrario, está permitido desde 1940 si lo lleva a cabo alguien que no sea médico.