Los líderes comunitarios aprobaron el plan común para sacar a Europa de la crisis económica, que prevé inyectar 200.000 millones de euros (el equivalente al 1,5 por ciento del PIB comunitario). El plan prevé que la mayor parte de ese dinero, 170.000 millones, lo pongan los Estados miembros, mientras que los 30.000 millones restantes deben salir de las arcas comunitarias y del Banco Europeo de Inversiones.
El acuerdo fue posible después de que Alemania, el país más reticente y la mayor economía de la UE, obtuvo que cada país pueda elegir las medidas que considere adecuadas en función de su situación específica para incentivar la actividad.
La canciller alemana, Angela Merkel, recalcó que su país «hará lo que pueda» para sacar a Europa de la crisis, y consideró que el plan «tendrá un impacto mayor en la creación de puestos de trabajo y en el crecimiento». Sarkozy subrayó que hubo «acuerdo absoluto» entre los líderes comunitarios sobre la gravedad de la crisis económica, y recalcó que la Unión tomará «las medidas necesarias» contra la recesión.
Cambio climático
El acuerdo para luchar contra el cambio climático detalla las herramientas que usará la UE para cumplir sus compromisos de recortar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de la UE en un 20%, mejorar la eficiencia energética en otro 20% y que el 20% de la energía que consume proceda de fuentes renovables, todo ello para el 2020.
La UE también mantiene su compromiso de que el 10% de los carburantes utilizados en el transporte sean renovables para el 2020.
El texto final recibió críticas por parte de las principales organizaciones ecologistas debido a que, en aras del compromiso, al final se ha permitido más flexibilidad a las industrias más contaminantes, a fin de reducir el riesgo de que se lleven sus plantas a países con normas ambientales más laxas.
Sarkozy defendió con firmeza el acuerdo alcanzado, al asegurar que la UE «ha mantenido sus compromisos» y recalcó que «no hay un continente en el mundo que se haya dotado de reglas tan estrictas». Por ello, pidió que los demás países, especialmente EEUU, se unan a este compromiso.
El presidente de la CE, José Manuel Durao Barroso, afirmó que se trata del plan «más avanzado» en todo el mundo contra el cambio climático, pero advirtió de que en los próximos días habrá «negociaciones duras» para lograr que el Parlamento Europeo apruebe las medidas en el pleno de la próxima semana.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, manifestó su «satisfacción» porque la industria manufacturera europea haya quedado «protegida». Merkel, por su parte, negó que se haya producido una rebaja en las ambiciones iniciales y consideró un «éxito» el acuerdo. Además, aunque admitió que inicialmente puede haber «alguna reestructuración» al pasar a una economía más basada en las energías limpias, la canciller alemana se mostró «segura» de que finalmente tendrá un impacto positivo en la creación de empleo
Referéndum irlandés
Los líderes comunitarios también aprobaron un plan para que Irlanda celebre antes de noviembre del 2009 otro referéndum sobre la ratificación del Tratado de Lisboa. Si hay resultado positivo, la UE garantizará que la Comisión siga teniendo un miembro por cada país miembro, lo que supone abandonar el plan para reducir el tamaño del Ejecutivo comunitario. Sarkozy defendió esta decisión al afirmar que sería «un grave error» privar a la Comisión de un representante nacional.
Si el Tratado entra finalmente en vigor, la UE tendrá un presidente del Consejo Europeo estable, que será su «cara visible» por encima de las presidencias rotatorias actuales.
El presidente francés lo consideró muy positivo porque Europa «debe tener un rostro» que la represente ante sus ciudadanos y el mundo.