El presidente electo, que con toda seguridad heredará este volátil asunto de la reforma automotriz cuando asuma el poder en enero próximo, señaló que General Motors, Ford y Chrysler en definitiva tienen que reformarse.
La «malas prácticas» empresariales «no pueden ni continuar, ni premiarse», porque «millones de empleos estadounidenses» dependen directa o indirectamente de la viabilidad de la industria, señaló Obama.
La reactivación de la economía entera, continuó, «no debe ser un asunto partidista».
Obama también elogió a aquellos legisladores y representantes del Gobierno de Bush que «valientemente intentaron forjar» una respuesta consensuada a la crisis de liquidez del sector.
El pasado jueves los senadores republicanos bloquearon la votación del plan de rescate de 14.000 millones de dólares aprobados por la Cámara de Representantes el día anterior.
El Departamento del Tesoro dijo el viernes que está «listo» para impedir un derrumbe inmediato del sector «hasta que el Congreso inicie su nuevo período (de sesiones) y actúe para ocuparse de la viabilidad de la industria a largo plazo».
La Casa Blanca afronta ahora mayores presiones de los legisladores para actuar pronto y recurrir a los fondos del plan de rescate de Wall Street para ayudar a los Tres Grandes de Detroit.