Investigadores del Equipo de Ciber Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid, entre los que están Igor Sábada y Ángel Gordo como coordinadores de la publicación y la periodista Maite Pascual, tras años analizando el desarrollo de las nuevas tecnologías en España, sostienen en la publicación Cultura Digital y Movimientos Sociales (Catarata) que, hasta hace relativamente poco, la tecnología se ha considerado como algo extraño, autónomo y monopolio exclusivo de ingenieros y científicos.
Fue a partir de la segunda mitad del siglo XX cuando empezó a reivindicar su naturaleza política y, en la actualidad, toda propuesta de cambio social requiere su incorporación como espacio de operaciones y como horizonte a transformar.
En la presentación de la obra, que tuvo lugar este viernes en Madrid, los coordinadores pusieron de manifiesto su teoría sobre la escasez de publicaciones que aborden el estudio del nexo entre el universo político y el campo de lo técnico, algo que podría evitarse si se «destruyera el mito de una tecnología aséptica, cerrada y neutral».
Para que el lector se haga a la idea de la tesis central que proponen los investigadores, Igor Sábada recuerda que en las páginas de la obra hay numerosos ejemplos que muestran cómo lo técnico se redefine constantemente desde los ámbitos local y colectivo.
España, a la cola en el uso de tecnologías
Otra de las conclusiones que formula el equipo de Cultura Digital y Movimientos Sociales es que España está a la cola de los países de la Unión Europea en el uso de las tecnologías formales entendidas como banca, comercio y administración electrónica, mientras que el uso de las informales -entre las que podríamos citar Facebook o My space- está totalmente generalizado”.
El libro está estructurado en cuatro partes, y analiza, en alguno de los capítulos, el campo de los nuevos medios de comunicación, donde la periodista Mayte Pascual denuncia la inquietante pérdida del vínculo entre lo mediático y lo social, con contenidos, en el caso de la televisión, cada vez más faltos de relevancia sociopolítica.
La autora apunta las nuevas posibilidades que atisban los medios clásicos al amparo de la interactividad y la participación ciudadana, es decir, «la posibilidad de dejar su tradicional papel de audiencia pasiva para pasar a ser audiencia generadora de dichos contenidos».
Además, el libro aborda las diversas modalidades de acción y movilización mediadas por los móviles y por los blogs, y expone, a modo de conclusión, que la tecnología no es mera cuestión de expertos, sino objeto de deliberación pública y elemento consustancial para la vida política contemporánea.