Aunque Vodafone tiene una cobertura geográfica más amplia ya que cubre la India y parte de África, dice el periódico, Alierta cree que su grupo está bien situado en la carrera con la británica ya que puede ofrecer servicios integrados: teléfonos móviles, líneas terrestres y en algunos mercados TV de pago.
Alierta considera que sería demasiado arriesgado meterse en el sector de la televisión de pago en Gran Bretaña, donde BSkyB, operador por satélite propiedad de News Corporation, tiene ya 9 millones de clientes. Pero explica que esa decisión, y cualquier otra relativa a la consolidación del mercado, comprando tal vez a operadores más pequeños como 3 o T-Mobile, corresponde al máximo responsable de O2, Matthew Key.
«Nuestra política de fusiones y adquisiciones deja esa responsabilidad a la gestión regional, dice Alierta, según el cual Key «sabe perfectamente que haríamos lo que él propusiera».
Telefónica quiere también meterse en el muy competitivo sector de los servicios y vender aplicaciones de software para sus redes, lo que podría generar nuevos ingresos a partir del 2011.
«El mundo va a ser digital y buena parte de la economía real va a ser digital. Vamos a verlo en todas partes, desde las empresas pequeñas hasta los servicios financieros», afirma el jefe de Telefónica.
Lo que no va a volver a hacer Alierta es comprar creadores de contenidos como hizo en el 2000 cuando adquirió Endemol, la productora de TV responsable de la marca Gran Hermano, para desprenderse de ella siete años más tarde.
Aparte de Vodafone, dice el periódico, el otro gran rival de Alierta es el mexicano Carlos Slim, el multimillonario propietario de American Móvil, que compite con Telefónica en aquel continente.
Alierta, dice el periódico, tiene un gran respeto por Slim: «Me gustan los competidores listos. Es una persona muy normal», declara.
Latinoamérica, dice el periódico, es un terreno fértil para TElefónica porque según un estudio que realizó hace unos años en las regiones más pobres, muchas personas están dispuestas a ir sin zapatos o a gastar menos en comida con tal de permitirse un teléfono móvil.
«Hay que pensar que para alguien que no tiene un móvil, el hecho de adquirirlo es una auténtica transformación. Se convierte en una persona real. Es algo que no entendemos en nuestro mundo occidental», explica.