Al igual que hizo ayer en la apertura del juicio, Fritzl, de 73 años, ocultó el rostro tras un archivador azul y se negó a contestar las preguntas del único equipo de periodistas, de la televisión austríaca ORF, al que se permitió brevemente el acceso a la sala.
Rudolf Mayer, el letrado de la defensa, justificó la actitud de su cliente: «Simplemente se ha avergonzado».
La sesión de hoy del proceso que juzga a Fritzl por los delitos de asesinato por omisión de socorro, esclavitud y violación, entre otros, se celebrará a puerta cerrada para proteger la intimidad de las víctimas.
El jurado popular seguirá visionando hoy el vídeo con el testimonio de Elisabeth durante sus 24 años de encierro y su vida y la de los siete hijos que dio a luz en el sótano.
La muerte poco después de nacer de uno de los bebés es la base de la Fiscalía para acusar a Fritzl de asesinato, al entender que ignoró los problemas respiratorios del bebé y no dispuso la atención médica que podría haber salvado al recién nacido.
Elisabeth, que no comparecerá en el juicio, es el único testigo de un proceso que se espera quede resuelto el jueves o viernes próximo.
También testificarán cuatro peritos, un neonatólogo sobre la posible responsabilidad de Fritzl en el fallecimiento del bebé; un psiquiatra sobre el estado mental del acusado; y dos técnicos sobre el sistema de acceso y ventilación al sótano.