Ambas formaciones anunciaron un pacto que pondrá a Lieberman al frente de la diplomacia israelí y dará otras cuatro carteras a miembros de su partido: a Stas Meseznikov la de Turismo, a Uzi Landau la de Infraestructuras Nacionales, a Sofa Landver la de Absorción de Inmigrantes y a Itzhak Aharonovitch la de Seguridad Pública.
Este lunes, el equipo negociador del Likud tiene previsto entrevistarse con el del ultra-ortodoxo sefardí Shas (once escaños) para cerrar los últimos flecos de un pacto que especifique el reparto de carteras, informa el diario «Haaretz». Netanyahu -quien ya fue primer ministro entre 1996 y 1999- pretende cerrar la composición del Ejecutivo el próximo jueves o, a más tardar, el lunes de la semana que viene, según fuentes próximas al primer ministro designado.
Los hombres de Netanyahu y de Lieberman negociaban unir fuerzas desde que el presidente de Israel, Simon Peres, encargó al líder del Likud formar gobierno tras las elecciones del pasado 10 de febrero, en la que la derecha obtuvo la mayoría en la Kneset.
Compromisos
En el acuerdo de coalición, de catorce páginas, ambos partidos se comprometen a incorporar el matrimonio civil a la legislación israelí, aunque únicamente para quienes no pueden casarse ante el Rabinato en el país porque no tienen madre judía. Israel Beitenu pedía estas uniones en defensa de su electorado, principalmente de origen ex soviético y muchos sin herencia judía materna, que se ve forzado a casarse en el extranjero porque en Israel no existen las bodas civiles.
En cualquier caso, el reparto ministerial acordado el domingo cambiará, si el Kadima de Livni suma sus 28 escaños a la coalición para formar un Ejecutivo de unidad nacional, confirmaron fuentes del Likud y de Israel Beitenu. Netanyahu no oculta que prefiere al mando de la imagen exterior de Israel a Livni, una cara amable que daría una pincelada de moderación ideológica a su Ejecutivo.
Una cara xenófoba hacia el exterior
Además de sus propuestas xenófobas sobre los árabes con ciudadanía israelí, Lieberman ha llegado a sugerir que Israel lance una bomba atómica en Gaza para acabar con el movimiento islamista Hamas y mande «al infierno» al presidente egipcio, Hosni Mubarak.
Aunque públicamente Livni ha dado la espalda a Netanyahu, ambos políticos han mantenido la pasada semana varios encuentros secretos -sin resultado- y la líder de Kadima sigue esperando una respuesta definitiva del Likud a sus demandas, según la prensa local. Para sumarse al Ejecutivo, Livni exige que Netanyahu acepte la creación de un Estado palestino y una jefatura de Gobierno rotatoria, una fórmula que emplearon en los años ochenta los entonces líderes del Partido Laborista, Simon Peres, y del Likud, Isaac Shamir, para resolver otro empate virtual en las elecciones.
El domingo, el Alto Representante diplomático europeo, Javier Solana, subrayó que «la manera en que la UE trataría con un Gobierno que no esté comprometido con la solución de los dos Estados (israelí y palestino) sería muy, muy distinta, y ellos lo saben».
Netanyahu ha rechazado hasta el momento la creación de un Estado palestino y aboga por una «paz económica» que consista en promover el desarrollo de los territorios palestinos y dejar de lado la negociación política, lo que rechazan la UE y la administración del nuevo presidente estadounidense, Barack Obama.