viernes, septiembre 20, 2024
- Publicidad -

«Todos somos herederos de Edgar Allan Poe»

No te pierdas...

Tal y como afirman Iwasaki y Volpi, coordinadores de esta cuidada edición, «todos somos descendientes de Poe», y es que no hay que olvidar que el genio de Boston, cuya vida estuvo marcada por las penurias, influyó en autores tan reconocidos como Conan Doyle, Maupassant, Lovecraft, Borges y por supuesto Cortázar, a cuya excelente traducción también rinden homenaje estos 69 escritores.

A cada escritor se le asignó un cuento manteniendo el orden que eligió Cortázar, y la única condición que se les impuso para que pudieran participar en este libro es que hubieran publicado al menos un libro de cuentos y que hubieran nacido después de 1960. Iwasaki y Volpi admiten en el prólogo que esta antología tiene «ausencias notables», pero las han compensado «con presencias maravillosas».

A lo largo de las páginas nos encontramos con nombres como Santiago Roncagliolo, Juan Gabriel Vásquez, Javier Sáez de Ibarra, Care Santos, Espido Freire -que comenta Los crímenes de la calle Morgue-, Eloy Tizón, Guadalupe Nettel, Andrés Neuman, Manuel Vilas o Flavia Company. Además, el libro cuenta con los prólogos de Carlos Fuentes y de Mario Vargas Llosa sobre Edgar Allan Poe y Cortázar, respectivamente.

Y entre los cuentos encontramos William Wilson, que contiene los ecos del que sería el Poe más maduro -que no el más clásico, como apunta el escritor Iban Zaldua-; Un descenso al Maelström, un cuento de paisaje que a pesar de no ser de los relatos más conocidos del autor fue uno de los favoritos de Borges; El tonel de Amontillado;Metzengerstein, su primer cuento publicado en un diario, a la edad de 23 años; sin olvidar auténticos clásicos como Eleonora;Berenice; Nunca apuestes tu cabeza al diablo o El gato negro.

El autor favorito de Kafka y Nietzsche

Para el novelista mexicano Carlos Fuentes, la figura de Poe sigue escapando a toda definición precisa o restrictiva. ¿Cómo dársela a un hombre que en vida apenas sobrevivió pero que se convertiría en el autor favorito de personalidades tan diferentes como Kafka -decía el checo que Poe escribió cuentos de misterio «para sentirse a gusto en el mundo»-, Nietzsche -para quien el estadounidense era «un niño jugando en el lodo pero posando como una estrella»- o Stalin?, se pregunta el autor de La voluntad y la fortuna.

Gran conocedor de la novela gótica inglesa y la literatura romántica alemana de misterio, uno de los grandes méritos de Poe fue que situó su imaginación fuera de las fronteras de EEUU, un país donde, según su compatriota Nathaniel Hawthorne, «es difícil encontrar el misterio al no tener otra cosa que una prosperidad común y corriente: EEUU es un país sin sombra, sin antigüedad».

Quizás por eso, el autor de Boston trasladó los escenarios de su compleja imaginación a los paisajes cercanos a las orillas del Rin, a las calles de ciudades como París y a los castillos de Inglaterra.

Para Fuentes, otra de las grandes virtudes del autor de William Wilson es que, además de separarse de su época histórica -negaba su fe en la «perfectibilidad humana» tan propia del Siglo de las Luces-, supo alejarse del imperio de la razón sobre la intuición y, como dijo el poeta Paul Valéry, «creó la forma a partir de la nada».

La extensa influencia de Poe abarcó hasta el mundo de la poesía, y de esta manera simbolistas como Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé, quedaron fascinados por su atormentada vida plagada de pobreza, alcohol y amores frustrados.

Un escritor afortunado, según Vargas Llosa

Pero Poe no merece ser homenajeado sólo por su vida atormentada; hay autores que prefieren verle el lado positivo a ese tormento, como Vargas Llosa, para quien Poe fue uno de los más afortunados escritores modernos en lo que a difusión de su obra por el mundo se refiere.

Gran parte del mérito de su universalidad la tuvieron, en francés, el gran Baudelaire, que tradujo sus cuentos, y en lengua española el argentino Julio Cortázar, gran escritor y notable traductor. Él dedicó dos años de su vida a tiempo completo a traducir la obra de Poe, al que admiraba profundamente.

Para Cortázar, ese trabajo fue a la vez un homenaje y un encargo de la Universidad de Puerto Rico que le permitió vivir sin apuros sus primeros años europeos entre Francia e Italia acompañado de su mujer, Aurora, que también era una gran traductora.

Una versión que pertenece tanto a Poe como a Cortázar

Al igual que Francia ha encumbrado la traducción de Baudelaire, no se puede decir menos de la de Cortázar, que para Vargas Llosa, merece figurar entre las obras maestras de la literatura contemporánea en lengua española. El escritor peruano considera que el mayor mérito del trabajo del autor de Rayuela es que en ningún momento parece una traducción, pues recrea dentro de la lengua española el espíritu del genio del terror, encontrando equivalencias linguísticas y reconstruyendo las peculiaridades estilísticas inglesas.

Para Vargas Llosa, esta versión pertenece «tanto a Poe como al propio Cortázar». Y así destaca: «al igual que para Baudelaire, leer a Poe no sólo aportó a Cortázar el placer de la lectura, sino que constituyó un espejo que le permitió descubrir su propia cara».

Con estos grandes prologuistas, poco más se puede añadir para calificar a esta maravillosa obra que no sólo reúne todos los cuentos de Poe, sino que nos aporta la visión de diferentes narradores para quienes el género del cuento ha sido fundamental en sus carreras.

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -