Un portavoz de la Jefatura Superior de Policía ha explicado que la mujer confesó el crimen poco después de que, en un primer momento, dijera a los agentes que su esposo no había pasado la noche anterior en la casa y que a primera hora él había llamado al telefonillo del portal diciéndole que había sufrido un atraco y que estaba herido, por lo que ella le ayudó.
Una unidad de la policía local de Leganés se trasladó hasta la casa, que compartían el fallecido y su esposa, también peruana Sara Elísabeth V.S., de 28 años, y otra pareja -el hombre que avisó a la policía y su compañera-, todos ellos con estancia legal en España.
A la llegada de los efectivos, Manuel Duncan A. M. se encontraba tirado en el suelo de la cocina, en decúbito supino, con una puñalada a la altura del pectoral izquierdo de trayectoria descendente hacia el corazón que, al parecer y según certificaron los médicos del Summa que acudieron al suceso, fue mortal.
Junto al fallecido se encontraba su esposa, que aparentemente trataba de reanimarle, con la ropa manchada de sangre. Sara Elísabeth dijo a los policías que su esposo no había pasado la noche anterior en la casa y que hacía unos minutos había llamado al telefonillo del portal diciéndole que había sufrido un atraco y que estaba herido.
Contradicciones
Según los agentes de la Brigada del Grupo VI de Homicidios de la Policía Judicial de Madrid, que se hicieron cargo de las investigaciones, ni en el ascensor, ni en las escaleras ni en la calle había restos de sangre y sí los había abundantes en la cocina y en la ropa de la mujer, quien se contradijo en varias ocasiones.
Los compañeros de piso, que dijeron estar dormidos, aseguraron a los agentes que se limitaron a ayudar a la mujer cuando ésta se lo pidió y prestarán declaración como testigos.